Traduceme en tu idioma!

English French German Spain Italian Dutch Russian Portuguese Japanese Korean Arabic Chinese Simplified

this widget by www.AllBlogTools.com

Seguidores

sábado, 26 de marzo de 2011

Capítulo 3: un día normal.

A las siete y cuarto de la mañana sonó el despertdor avisandome de que ya era hora de despertarse, que había que volver a clase durante cinco días más para que llegue el fin de semana. Me levanté y subi la persiana para ver el cielo azul claro con ninguna nube en él, perfecto hoy iba a hacer un día estupendo. Decidí ponerme ese día unos shorts, con una camiseta a rayas rojas y negras y mis converse negras. Preparé mi mochila, metí un cuaderno mi estuche ya que no ibamos a hacer nada. Salí de mi habitación y vi a mi hermana saliendo a la vez que yo. Llevaba ese día unos shorts, con una camiseta rosa de tirantes y unas manoletinas blancas. Mi hermana se preocupaba mucho en su apariencia, era una especie de chica pija que se juntaba con más chicas pijas y se iban de compras a tiendas pijas. Vale, ya se que he dicho muchas veces la palabra pija, pero si conocieraís a mi hermana me daríais la razón al poner tanto la palabra pija. Me dedicó una sonrisa y se fue al baño a peinarse, entré yo también y me puse un poco de espuma en mis pequeños rizos morenos y una diadema roja. Mi hermana normalmente tarda unos diez minutos en peinarse y maquillarse antes de ir a desayunar. Puse los ojos en blanco y me fui a la cocina a desayunar. Mi madre estaba en el comedor con un café con leche y unas magdalenas, mi padre estaba con una taza de café en una mano y en la otra andando con el ordenador.
-Buenos días mamá- le dí un beso a mi madre y después a mi padre- papá.
-Buenos días Gabriela, ¿qué tal os lo pasasteís ayer en el cine?
-Muy bien mamá, fuimos a ver la pelicula de enredados porque fue Marcos el hermano de Laura- le expliqué pues no quería incluir en mi relato la parte del beso entre Mario y yo- pero estuvo bien la pelicula.
-Me alegro-me dijo mi madre sonriéndo- ¡Ah! se me olvidaba hoy viene el amigo con el que estuvimos hablando por la tarde.
-Vale, como ya no tengo examenes puedo quedarme aqui o irme a casa de Laura.
-Mejor quédate aquí que os quiere conocer.
-¿Qué nos quedemos donde?- dijo Laia al llegar al comedor y dar un beso a mi madre y a mi padre.
-Aquí en casa porque hoy viene el amigo con él que quedaron ayer mamá y papá.
-Ah... vale hoy no tenía nada que hacer por suerte.
 Me preparé mi desayuno, leche con cereales, y me fui al comedor a desayunar. Mi madre se fue antes ya que era profesora en otro instituto y se tenía que ir pronto.
-Bueno papá nos vamos- le di un beso en la mejilla y Laia igual- hasta luego.
-Hasta luego chicas.
Cogímos las mochilas y salimos por la puerta. Al llegar abajo Mario, como todos los días de clase, nos esperaba y le saludé como si lo de ayer nunca hubiera ocurrido.
-Hola Gaby, hola Laia- nos saludó como si nada.
-Hola Mario- dijo Laia dedicandole una sonrisa y Mario le devolvió otra.
-¿Te encuentras mejor hoy Laia?
-Mejor que ayer si, pero muchísimo mejor.
-¿Qué te pasaba?
-Nada, que ayer me encontraba un poco mal, no te preocupes.
-De acuerdo, si quieres cualquier cosa me lo dices, ¿ok?
-Vale.
Nos encaminamos al instituto mientras Mario y Laia mantenían una conversación de lo más animada. Yo me unía de vez en cuando pero les dejé que hablaran tranquilamente mientras yo escuchaba música. Al llegar a la puerta Laia se despidió de nosotros y se fue con sus amigas a hablar. Subimos las escaleras, nuestro instituto tenía dos plantas y un patio enorme que usaban los alumnos que no podían salir del recinto del instituto. Nuestra clase estaba en la segunda planta y parecía que a cada día que pasaba ponían un escalón a la escalera. Al llegar a clase se respiraba libertad próxima, todos estabamos deseando que se acabaran las clases y comenzara el verano. En mi clase eramos unas treinta y seis personas y yo estaba en ciencias de primero de bachilerato. En mi clase hacíamos como si nos llevaramos bien pero habían pequeños conflictos entre nosotros. Yo por ejemplo con Lucía una de las chicas más egoístas, prepotentes, egocéntricas y creídas que he conocido en mi vida. Ella era de estatura media con los ojos verdes y tenía el pelo castaño claro. Me llevaba fatal con ella y yo se que ella también tenía un sentimiento mutuo. A Lucía la conozco desde que entré al instituto y nos odiabamos desde entonces, no se porque pero ella fue la que empezó a mirarme mal, intentar insultarme y crear rumores sobre mi pero no la hacía nada de caso. Y aún en primero de bachilerato me seguía haciendo lo mismo que me hacía en primero de la eso, era una cría. Yo la ignoraba y no la hacía ni caso, mejor, asi no me amargaba el día. Lucía me miró por encima del hombro y yo le drigí la sonrisa más grande que pude, se me quedó mirando con cara extrañada.
-Laura te tengo que contar algo- la susurré a Laura en el oído.
-Me lo cuentas en el recreo ya sabes por aquí hay muchas antenas puestas- lo último lo dijo elevando un poco la voz y nos empezamos a reir.
Laura siempre tenía ese sentido del humor propío de una cómica, seguro que si se dedicara a ello sería muy famosa. Pero ella quería ser matrona, le gustaba mucho los niños y ver nacer todos los días le fascinaba. También le gustaba mucho sacar fotos y mi padre, ya que él era fotógrafo, la enseñaba todo lo que tenía que aprender. En fin, Laura era una chica muy especial y se le daba bien muchas cosas. Sonó el timbre y me fui a mi sitio de siempre en medio al lado de Laura y enfrente estaba Mario. Entró el profesor de biología y empezó con su clase. Las tres primeras horas pasaron bastante rápido y cuando llegó el recreo Mario se fue con sus amigos y nosotras dos nos fuimos afuera del instituto.
-¿Qué era lo que me tenías que contar?- me preguntó Laura con curiosidad.
-Bueno, es difícil de creer pero... ayer Mario me besó- le dije mientras ella se quedó con la boca abierta.
-¡¿EN SERIO?!- dijo en voz de grito.
-Shhh... más bajo por favor.
-Vale, pero me parece muy fuerte... Cuéntamelo todo desde el principio con pelos y señales.
Le conté todo lo que pasó desde que salimos del cine, Laura tenía los ojos abiertos como platos todo el tiempo qu estuve contandole mi relato.
-Entonces le gustaba Laia pero como pensaba que a ella no le gustaba se fue a por ti.
-Yo creo también en esa teoría.
-Pues nada ahora te dejará tranquila y eso queda como si no hubiera pasado.
-Eso espero.
Nos dimos un pequeño paseo, los quince primeros minutos del recreo tardé en contarle todo aquello, y nos compramos una bolsa de gusanitos y unos chicles. Nos encontramos con Mario y sus amigos, le saludamos y le dediqué una pequeña sonrisa mientras que él fijaba su vista en Laia que estaba al otro lado de la acera.
-¿Luego hablamos de acuerdo Gaby?- dijo Mario en tono casual.
Levanté el dedo pulgar a modo de afirmación y me fui con Laura a la puerta del instituto.
-¿Qué será lo que tendrá que hablar contigo Gaby?
-No lo se, ya me lo dirá en clase.
-Y luego a la tarde me lo cuentas, ¿puedes quedar esta tarde?
-No esta tarde viene un amigo de mis padres y ellos insistieron en que nos quedemos para que nos le presente.
-Pues entonces mañana que ya que no vamos a hacer nada aprovechamos y nos vamos a mi casa.
-Entonces mañana a las cinco voy a tu casa.
-Muy bien, vamos a entrar que va a tocar el timbre dentro de tres minuto.
Entramos en el instituto y vi a Mario y a Laia hablando alegremente, cuando Mario me vió llegar vino con nosotras y nos pusimos a hablar en nuestros sitios de cuando nos daban las notas
-Yo digo que a principios de la semana que viene, no aguanto otra clase más- dijo Mario mientras Laura ponía los ojos en blanco.
-Yo digo que a finales de la siguiente, como todos los años.
-Estoy con Gaby.
Sonó el timbre y nos colocamos en nuestros sitios, al llegar la profesora de Historia y ponerse a dar "clase" Mario me pasó una notita.
-Hola Gaby, ¿qué tal estás?
-Muy bien gracias, ¿qué era lo que me tenías que preguntar?
-¡Ah! si era que si tu crees que está tarde Laia puede salir.
-No hoy no podemos salir ninguna de las dos.
-¿Y eso, estaís castigadas?
-¡No! Es que hoy viene un amigo de mis padres y ellos nos dijeron que nos quedaramos para conocerlo.
-¡Ah! Ok... ¿Te puedo hacer una pregunta?
-Ya me estás haciendo una Mario.
-Jajaja mira que graciosa.
-Vale ¿que pregunta?
-¿Cuándo crees que debo pedirle salir a Laia?
-Guau, ya se que lo de ayer está olvidado pero, ¿no piensas que vas un poco rápido?
-¿En qué sentido Gaby?
-Bueno Laia se ha enterado de nuestro beso de ayer y no le gustaría que supiera que te vas a por ella cuando me has besado justo el día después.
-Suena lógico, entonces este fin de semana se lo puedo pedir, ¿tu qué crees?
-Mucho mejor, creo... Ya sabes que no se como piensa mi hermana aunque seamos mellizas pero yo creo que el mejor día será el sábado así el domingo podréis quedar pero ya como pareja. Digo yo, ¿qué te parece?
-Muy buena idea Gabriela, muchas gracias. A propósito el incidente de ayer se lo has ontado a Laura ¿verdad?
-Bueno si, ¿por qué?
-Por si se lo tenía que contar yo, ya sabes como soy para esas cosas.
-De acuerdo, damos por zanjada está conversación que la profesora nos va a descubrir y no quiero que Lucía se entere de nuestro beso. Hasta luego, quédate tu con la hoja no me apetece guardarla y no me hace falta que me contestes.
Miré el reloj de mi móvil y vi que quedaban cinco minutos para que se acabara esta clase, por fin aunque toda la hora la había pasado hablando con Mario. Sonó el timbre y el jefe de estudios entró en nuestra clase. El jefe de estudios era un hombre de treinta y muchos y cuarenta y pocos y su aspecto era siempre impoluto y ordenado, también era muy simpático cuando no tenía que echar ninguna bronca pero al fin y al cabo caía bien a la mayoría de la gente. Era un hombre bastante alto y a los niños que entran nuevos en primero de la E.S.O les daba respeto hablar con él.
-Bueno chicos vengo a deciros una cosa y a felicitaros el que hallaís pasado este curso a los que no han repetido y a los que han repetido que estudiéis más el año que viene.
-Gracias- dijimos todos al unisono.
-También quería deciros que las notas se entregan a finales de la semana que viene- cuando dijo eso todos soltamos un resoplido y Mario se dió la vuelta.
-Has ganado.
-Ya lo sabía me debes algo que lo sepas.
-Si no hicimos apuesta.
-Da igual- me reí y él se unío a mis risas.
-Aparte de eso que tengaís muy buenas vacaciones de verano y que este verano os pongaís las pilas para el siguiente- siguió diciendo el jefe de estudios.
-Vale- dijimos todos los de la clase- igualmente.
-Bueno chicos me tengo que ir a las demás clases a decir lo mismo que aquí, creo que voy a tardar bastante-nos sonrió y se fue.
-¿Qué te debo entonces?
-No se no se... vale me dejas tu pulsera negra hasta que se acaben las clases- le dije mientras le miraba su pulsera negra con pinchos que le gustaba mucho llevar.
-De acuerdo- se quitó la pulsera y me la dió.
-Gracias.
-Hola Mario, ¿donde vas a ir estas vacaciones?- dijo Lucía con su voz de repipi.
-No lo se, seguramente me voy con mis padres a Cádiz un mes en casa de mis abuelos y luego ya veremos.
-¿Y tu Gabriela?- me preguntó dirigiendo hacia mi su mirada asesina.
-Me voy con Laura de vacaciones y luego mi familia y yo a Grecia- cuando dije lo último se quedó sorprendida.
Entró nuestra tutora justo en el mejor momento, Lucía se fue a su sitio y Laura volvío al lado mío después de haberse ido a charlar con alguien. La hora se pasó rápido porque nuestra tutora nos preguntó que ibamos a hacer este verano y nos dijo si habíamos aprobado todas o no. Ni a Laura, Mario o a mi nos quedó ninguna y sonreímos los tres al escucharlo, perfecto ya no tendré que estar todo el verano preocupandome de estudiar la asignatura que me quedara. La siguiente hora tambíen paso rápido y me sorprendí al saber que ya era hora de irnos. Recogí mis cosas y esperamos Mario y yo a Laia que estaba en la clase de enfrente.
-Hola Mario y Gaby, ¿os a quedado alguna?- preguntó Laia al vernos.
-No ninguna- dijimos Mario y yo al unisono.
-A mi tampoco.
La caminata para llegar a casa lo pasamos bastante bien mientras hablabamos de las fiestas que ibamos a ir este verano, los amigos que ibamos a hacer, etc. Y cuando llegamos al portal de nuestra casa nos despedimos de Mario y cogimos el ascensor para ir a casa.
-Hola chicas- nos saludaron nuestros padres desde el salón.
-Hola papá, hola mamá- dijimos Laia y yo mientras dejamos nuestras mochilas en las habitaciones.
-¿Qué tal el día?- nos preguntó mi madre.
-Muy bien mamá he aprobado todas que bien- dijo Laia entusiasmada ante la idea de no tener que estudiar todo el verano.
-No te pregunto nada a ti Gaby porque se que has aprobado todas- me dió un beso en la mejilla y se fue a la cocina a terminar de cocinar unos espaguetis que olían de maravilla.
-Me alegro Laia- dijo mi padre desde el sofá.
Me fui a poner la mesa y a ayudar a mi madre, pero ella insistía en que ella terminará de preparar los espaguetis. Cuando terminó nos sentamos a la mesa y nos comimos los espaguetis a la boloñesa que había preparado mi madre.
-Están buenísimos- dijo Laia- ¡Ah! Gabriela tengo que decirte una cosa después vale- me guiñó un ojo y levantó una ceja en modo insinuante, lo pillé al vuelo.
-Vale, luego te explico como haces para cambiar el color al tuenti- claramente eso no era.
Seguro que había visto a Mario diciéndome por la nota que la iba a pedir salir este fin de semana.
-¿A qué hora llega vuestro amigo?-preguntó Laia.
-A las cuatro y media nos a dicho por teléfono- dijo mi padre.
Terminamos de comer y me fui a mi habitación a tocar un poco la guitarra, unos minutos después entró Laia.
-¿Mario me va a pedir salir este sábado?- dijo Laia entre susurros pero entusiasmada ante la idea.
-Claro se lo dije yo.
-¿Tienes la nota?
-No le dije que se la quedara, mierda no pensé que tu la quisieras.
-No pasa nada da igual vi casi todo lo que pusisteís... Dime todo lo que puso.
Le dije todo lo que puso en la nota y nos enfrascamos en la conversación más larga que tuve con Laia desde hacia mucho tiempo. Nunca habíamos hablado tanto como aquella vez en mi habitación porque ,aunque no lo pareciera, nos llevabamos algo mal desde siempre. Entonces llamaron al timbre de casa y vi en mi reloj que eran ya las cuatro y media.
-Vaya que rápido- dijo Laia para salir por mi habitación a recibir al amigo de mis padres.
Puse la guitarra e su sitio y recogí un poco mi habitación para que el visitante no tuviera una mala opinión sobre mi. Cuando eran las cuatro menos veinte fui al salón y el amigo de mis padres que estaba dandome la espalde giró sobre si mismo para saludarme. En ese instante me quedé de piedra, "es imposible que sea él" pensé. Pero lo era. El amigo de mis padres era el hombre de negro que aparecía en mis fotos y me sonrió en la sala de cine.
Esta es lucía

domingo, 20 de marzo de 2011

Capítulo 2: tarde de "amigos".

Antes de llegar al metro Mario nos estaba esperando, mejor dicho me estaba esperando a mi porque iba a ir yo con ellos, y nos saludaba con la mano. Laia, como no, le saludo tambien con ella una sonrisa de oreja a oreja. Cuando llegamos Mario se nos quedó mirando estupefacto.
-¿Pero qué haces tu aqui?- preguntó Mario sorprendido y algo decepcionado que solo yo percibí.
-Pues bueno... que no tenía con quien salir hoy y he venido con Gaby-
"Por que no dirá que quería venir solo porque quiere estar contigo" pensé y ya se lo diría más tarde cuando estemos las dos solas.
-Bueno...¿nos vamos?- pregunté yo porque si nos retrasabamos más perderíamos el tren.
Mi hermana agarró a Mario del brazo y el se sonrojó un poco. Pero que aprovechada era Laia a veces. Bajamos las escaleras y nos dirigimos al andén para esperar el tren, llego a los dos minutos de esperar y subimos. No había mucha gente y nos sentamos en los asientos de alli. Como no, mi hermana se sentó al lado de Mario y estuvimos charlando sobre que pelicula ibamos ver.
-¿Por qué no vemos una de miedo?-dijo mi hermana e imaginé el porque de esa elección.
-No por favor, que mañana hay clase y quiero dormir bien que si no por la mañana no soy persona- dije yo alzando un poco la voz- y no Laia, no iremos tampoco a ver una de amor...
Mario soltó unas risitas y yo me uní a él, y Laia se quedó con la boca abierta y mirandome como si se callara algo. Pensé que iba a decir que luego es ella la que lee el futuro.
-Pues entonces... ¿que os parece una de acción?- puntualizó Mario.
-A mi no me gustan mucho esas peliculas.
-A ti no te gusta ninguna pelicula Laia, pero una de acción no estaría mal.
-Pues una de acción entonces, pero solo falta Laura por votar.
-Me imagino que dirá una de acción sin ninguna duda, ya sabes como es ella con esas peliculas.
-Ya ves Gaby.
-¿Y yo que hago entonces?- nos preguntó Laia.
-Recuerda que vienes acoplada y aqui se va a ver la peli que digamos nosotros Laia.
-Cierto, vale tienes razón iremos a ver una de acción.
Algunas veces pensaba que mi hermana era algo pesada a veces, pero, aunque no queria reconocerlo, la quería con locura y haría cualquier cosa por ella. Pero había veces que me sacaba de mis casillas y acababa muy enfadada con ella, que era casi todo el tiempo. Recuerdo una vez cuando teníamos catorce años y ella leyó mi diario, me enfadé tanto con ella que estuve sin hablarla un mes entero. Al final, ella me vino suplicándome el perdón y yo la perdone a regañadientes. Sonó una voz anunciando que habíamos llegado a nuestra parada y bajamos. Mientras caminaba sentí una vibración para poco después escuchar la canción de love drunk. Reconocí que era Laura sin ver la pantalla porque le tenía puesto esa canción cuando me llamaba. Cogí el teléfono y lo puse a mi oído.
-¿Donde estaís?- me preguntó mi amiga.
-Nos falta poco para llegar, ¿donde estas tu?-
-Saliendo del metro, ya estoy enfrente del cine... Mira ya os veo- entonces vi a mi amigia moviendo la mano a modo de saludo, al lado suyo habia un niño pequeño.
Caminamos hacia ella mientras que Laia y Mario se reían de algo. Cuando llegamos le di dos besos a mi amiga y reconocí a Marcos su hermano de 8 años. Laura era una chica bajita, morena y con los ojos marrones. Su hermano era igualito que ella con el mismo color de pelo y los mismos ojos.
-¿Pero bueno esto qué es empezamos quedando las dos y vienen Marcos, Mario y Laia?- dije mientras Laura y yo nos reíamos.
-¿Qué pelicula podremos ir a ver?, con Marcos aqui no podremos ver una para mayores de trece- dijo Mario mirándonos.
-Gaby, está la peli de enredados,¿podemos ver esa a qué si?-dijo Marcos miránome con cara de corderito degojado.
-Pues vamos a ver esa, parece estar muy bien aunque sea de dibujos y prefiera ver una de miedo.
Nos fuimos a comprar las entradas, Laura pagó todas y yo compré las palomitas, indispensables en el cine, y refrescos. La sala del cine estaba llena de gente y nos pusimos en una fila del centro. Yo me puse al lado de Mario y de Laura, Laia estaba al lado de Mario y Marcos al lado de su hermana.
-Venga una foto todos juntos- dijo Laia y nos hicimos una foto todos juntos con las palomitas por delante nuestra.
Después de aquella foto nos sentamos y vi de reojo a un hombre todo vestido de negro. Me entró un escalofrío y reconocí que era el hombre de las fotos. Él fijo su mirada en mi, sonrió y echó otra mirada en Laia que estaba felizmente hablando con Mario. Entonces se fue de la sala quise seguirle pero una vocecilla dentro de mi decía que me quedara quieta, alomejor ese hombre quería que le siguiera para poder secuestrarme. Se apagaron las luces subitamente y Laura pegó un gritito del susto, todos nos reímos y entonces empezaron los trailers. La pelicula se desarrollo con unas bromas un poco subiditas de tono, por parte de Laura y mía, y al final la pelicula resultó ser muy divertida y nos gustó a todos. Cuando salimos de la sala comentabamos nuestras partes favoritas.
-A mi me gusto mucho la parte en que se Flyn se pone histerico cuando a Rapunzel le brilla el pelo en la cueva- se reía Marcos y nos unimos a sus risas al recordar el momento ese.
-Pues a mi me gusto la parte en que el caballo se pelea con Flyn en el puente y el camaleón le riñe- dijo mi hermana.
-Bueno,¿ ahora que hacemos?, yo me tengo que ir a mi casa con Marcos.
-Nosostras nos iremos a dar una vuelta y después iremos a cenar al Burger King,¿o quieres ir a otro sitio Gaby?
-No, al burger me parece bien.
-¿Puedo ir con vosotras, no tengo planes para esta noche y mis padres no están ahora.
-Claro que si Mario, no nos molestas ni a Gaby ni a mi.
-Bueno chicos me tengo que ir- Laura nos dió dos besos a cada uno- hasta mañana.
-Adiós Gaby, Laia y Mario- dijo Marcos dandonos un beso a cada uno.
Nos despedímos y nos fuimos a dar una vuelta por el centro. De vez en cuando echaba una mirada de reojo hacia atrás por si acaso volvía aquel hombre extraño vestido completamente de negro. Mi hermana se lo estaba pasando en grande con Mario, a él le tenía cogido del brazo y Mario iba sonrojado la mayoría del tiempo. No podía saber que es lo que sentía Mario por Laia pero yo creo que a él le gustaba estar con ella. Cuando eran las nueve y media decidimos ir a cenar al Burger King. A esas horas había mucha gente y mientras yo pedía la comida Mario y Laia buscaban un sitio en el tan lleno local. Cuando llevaba la bandeja a la mesa Laia le daba la mano a Mario y estaban hablando de algo, pero entonces Laia cerró los ojos y se quedó paralizada unos momentos. Al abrir los ojos se veía tristeza en ellos y se apartó de Mario repentinamente. Mi hermana había tenido una visión que parecía no haberla gustado demasiado.
-Aquí está la comida- repartí las hamburguesas y las patatas- que aproveche.
-Igualmente- dijeron Mario y Laia a la vez.
Nos pusimos a comer, mientras comiamos Mario y yo hablabamos de clases, peliculas, música y demás cosas Laia permanecía callada salvo unos pequeños comentarios que le preguntamos. No tenía la menor idea de lo que la pasaba y estaba algo preocupada por como estaba. Terminamos de comer y nos dirigimos al metro.
-Mañana lunes otra vez, y pensar que quedan unas dos semanas para que acaben las clases- solté un bufido.
-¿Qué pensaís hacer este verano chicas?
-Si, yo me voy dos semanas con Laura de vacaciones a la playa, y después nos vamos todos a Grecia-le dije a Mario- ya sabes como es mi madre con ese sitio a si que ella estará en las ruinas mientras que nosotros estaremos visitando todo.
Nos echamos a reir y Laia sacó una pequeña sonrisita, para luego volver a ponerse seria. Llegamos al metro muy justos, casi cuando el tren iba a cerrar sus puertas. Nos sentamos y esta vez mi hermana se sentó al lado mío en vez del de Mario. Cada vez me preocupaba más lo que le pasaba a Laia, nunca la había visto así de rara pero lo mejor fue ignorarla puede que sea alguna estupidez suya. Salimos del metro y nos dirigimos a casa.
-¿Os acompaño si queréis a vuestro portal?- preguntó Mario.
-Está bien, vente si quieres- le dije yo preguntandome tal ofrecimiento.
Nos acompañó hasta el portal y allí Laia éntró y subió lo más rápido que pude sin despedirse ni nada. Me quedé mirándola como subía.
-Perdona los modales de Laia hoy no se que le pasa.
-No pasa nada se le pasará.
-Ya pero hoy está más rara que de costumbre y...y...-intentando disculparme.
-Que en serio no pasa nada- dijo acariciándome el brazo- apropósito tengo que decirte algo.
-Decirme, ¿el qué?
-Pues que... no se como decirtelo pero...- decía mientras se acercaba cada vez más a mi.
-Dímelo.
-Que si,¿quieres salir conmigo?- al decir él esas palabras se acercó todavia más.
-N...
Entonces sus labios se posaron sobre los míos tiernamente. ¿Cómo le podía yo gustar a Mario si eramos amigos desde siempre? Dejé de pensar y me concentré en separale antes de que dejara de pensar en todo.
Le conseguí separar como pude y le miré a los ojos.
-Mario lo siento muchísimo pero no quiero salir contigo porque no siento esa clase de amor hacía ti, tu eres mi mejor amigo y no quiero que eso cambié entre nosotros.
-Pero podríamos intentarlo.
-Haber como te digo yo esto... a mi no me gustas le gustas a Laia- me quedé muy agusto al decir aquello.
-¿Cómo?
-En serio no lo ves, la forma en que te mira o te habla o en que te sonrié ella siente lo mismo que tu sientes por mi.
-¿En serio le gusto a Laia?- dijo dudando de lo que yo le estaba contando.
-Que si que le gustas y para no verlo hay que estar ciego Mario.
-Guau... le gusto a Laia- dijo como para si mismo.
-Bueno Mario me tengo que ir- le dí un abrazo- y lo siento ¿amigos otra vez?- le susurré e el oído.
-De acuerdo, amigos otra vez.
Entré por la puerta y antes de ir al ascensor me despedí con la mano y el me dedicó una sonrisa. Subí lo más rápido que pude, la rapidez que permitía el ascensor, y entré en mi casa para hablar con Laia. Ya había adivinado lo que le pasaba a mi hermana, nos había visto a Mario y a mi besándonos en el portal. La encontré llorando en su cama tenía los zapatos puestos y se había quitado la chaquetita negra que llevaba puesta. Me acosté a su lado y le pasé un brazo por encima.
-¿Te encuentras bien Laia?- le pregunté en un susurró al lado de su oreja.
-Tu lo sabrás cuando te has besado con el chico que me gusta- me dijo enfadada mientras giraba su cabeza para encontrase con mi rostro.
-Tu seguramente habrás visto la parte del beso, pero no has visto lo demás- la dije mientras veía lo que ella había previsto mientras estabamos en el burguer- tu sabes que a mi Mario me gusta solo como amigo y yo no me imagino con él, te imagino.
-Pero tu le gustas a él- me dijo con lágrimas en los ojos.
-¿Sabes una cosa?- negó con la cabeza y esta vez había duda en sus ojos- le he dicho a Mario que te gusta y se me ha quedado mirando de una forma asombrosa.
-¡¿Qué le has dicho a Mario qué me gusta!?- dijo gritándo y sentandose.
Me senté al lado suyo y le pase el brazo por los hombros.
-Si se lo he dicho y se ha sorprendido tanto que creo que le gustas- la sonreí y ella me devolvió una sonrisa muy pequeña, sabía que ella estaba en deuda conmigo.
-Vaya... lo siento por enfadarme contigo de esa forma.
-Da igual, si yo hubira estado en tu lugar hubiera hecho lo mismo- le di un beso en el pelo y me fui.
-Gracias Gaby no se que haría sin ti- me dijo con una sonrisa.
-De nada- Laia nunca me había dicho esas cosas.
Nuestra relación no era tan buena como para contarnos todo y ser como las mejores amigas, pero nos queríamos y nos ayudabamos en todo lo que podíamos. En realidad yo la ayudaba más a ella que ella a mi, creo que yo era como una hermana mayor para ella y no su hermana melliza. Me fui a mi habitación y me puse mi pijama. Encendí un rato mi ordenador y me conecté al tuenti. Colgué todas las fotos que nos habíamos echo y hablé con unos amigos por el chat. Me entró el sueño asi que me despedí de mis amigos, apagué el ordenador y me fui a mi cama a dormir. Me puse los cascos y escuché una de mis canciones favoritas de Malú, blanco y negro. Parecía que esa canción nos describía más o menos a mi hermana y a mi. Me quedé dormida cuando la canción iba ya por la mitad y esa noche soñé con mi hermana y Mario.
Mario

                                                               
Mario y Laura.

domingo, 6 de marzo de 2011

Capítulo 1: planes

 Me encontraba en el camino de un bosque, era de noche y solo se oían mis pasos y el de otra persona corriendo detrás de mi.A cada paso que daba me costaba a cada vez más respirar y como me costaba respirar casi no podía ni correr. La persona que iba detrás de mi se iba acercando a cada vez más y ya la tenía a 20 metros trás de mi. Entonces empecé a escuchar un sonido. El sonido se fue haciendo más fuerte hasta que reconocí la canción. Era una canción de uno de mis grupos musicales favoritos, los Boys Lkie girls. Pero, ¿qué hacía sonando en mitad de ninguna parte la canción de love drunk? Entoces abrí los ojos y estaba en mi cama. Eran las once y media de la mañana de un domingo cualquiera a una semana de acabar el instituto. La canción provenía de mi móvil. Cogí el móvil y vi que  mi amiga Laura me estaba llamando,no se que es lo que me tenía que decir cuando ayer estuvimos juntas toda la noche. La noche anterior había estado de fiesta por una discoteca de Madrid y creo que bebí un poco más de lo que debía, llegué a las doce de la noche a mi casa. Cogí el teléfono y le di a la tecle de descolgar.
-¿Diga?- mi voz salió ronca.
-Soy yo Gabriella, te tenía que decir si esta tarde vas a salir...¡Ah! perdona,¿te acabo de despertar?- dijo mi amiga con voz alegre y divertida.
-No si te parece Laura esta voz la pongo porque quiero- dije con tono sarcástico y riéndome a la vez.
-Lo siento mucho Gaby, te compensaré esta tarde llevándote al cine y yo pagando las entradas, ¿de acuerdo?.
-Muy bien iré, pero yo pago las palomitas y los refrescos.
-Está bien, esta tarde a las seis en el cine, ¿te parece buena hora, o te tienes que echar una siesta bella durmiente?- dijo Laura riéndose.
-Allí estaré, adiós.
-Hasta las seis- dijo esto mi amiga y colgué.
Me levanté de la cama y fui a subir la persiana. Mi habitación se iluminó dejando al descubierto el color lila de las paredes y los numerosos posters y fotos todas pegadas por la pared. Mi habitación no es que fuera muy grande, se podría decir que era de un tamaño medio. En el escritorio estaba el ordenador portátil que me regalaron mis padres cuando tenía doce años, y al lado del ordenador la mochila con las cosas del instituto y los numerosos papeles todos ordenados. Al lado de la mesa estaba la estantería blanca llena de libros, figurillas. Enfrente estaba mi cama desecha con mi guitarra a los pies y al lado el armario empotrado con las dos puertas con un espejo del tamaño de la puerta en cada una. La puerta estaba enfrente de la ventana. Me dirigí allí y abrí la puerta, el primer ruido que me vino fue el de la música de mi hermana desde su habitación color rosa. Su habitación estaba repartida igual que la mía pero no tenía tantas fotos como tenía yo.
-Cierra la puerta Laia que se te escucha desde el primer piso de el edificio- mi hermana que me estaba dando la espalda se dio la vuelta y me miró con sus grandes ojos verdes sorprendida como si verme fuera un milagro.
-Por fin te has despertado, ¿cuánto bebiste anoche que no hacías más que decirme lo mucho que me querías?- me dijo con una sonrisa pícara mientras yo la miraba estupefacta.
-¿Tanto había bebido como para hacerte eso y no acordarme de nada?- la verdad llegué a un punto en el que no me acordaba de lo que hice después de ponerme a bailar con uno.
-Ajá, y luego te tumbe en la cama y te quedaste frita en cuanto te tapé- se quitó uno de sus mechones rubios de la cara
-Vaya...- no podía decir más.
-No pasa nada mamá y papá no me han preguntado al respecto- dijo riéndose a carcajada limpia.
Me fui meneando un poco la cabeza quitándome la imagen de mi hermana acostándome en mi cama. Encontré a mis padres en el salón de estar, sentados en el sofá marrón viendo un programa cómico. Mi madre, Coral, se estaba riendo al igual que mi padre y al verme mi madre me dirigió una sonrisa y en sus ojos ,del mismo color que los mios y los de mi hermana, había felicidad.
-¿Qué tal la noche Gaby?- me preguntó mi padre, Luis.
-Muy bien la verdad...me voy a desayunar.
Para ir a la cocina tenía que atravesar el salón y el comedor. Cuando llegué a la cocina me preparé el desayuno y me senté en una de las sillas del comedor. Mientras me comía los cereales me distraía viendo de donde era el tazón. Era interesante pero ya me lo sabía de memoria, salió de un bloque de arcilla. Me di cuenta de que tenía mi don cuando tenía seis años y desde ese momento me interesaba el pasado de todo lo que me rodeaba. Pero no podía ver todo lo que quisiera, solo podía observar lo que pasaba hace un siglo tan nítidamente que como si estuviera allí mismo. Luego si quiero ver más allá de hace un siglo lo veía todo borroso o muy mal. Una vez intenté ver de que edad provenía un jarrón griego que encontró mi madre en una excavación que hizo en Atenas. Mi madre era profesora de historia en una de las universidades más importantes de Madrid, y en sus ratos libres investigaba objetos antiguos. Lo que vi fue una mujer guardando algo dentro de él para luego taparlo con una tela todo ello algo borroso, después de aquello ayudaba a mi madre en todo lo que podía. Ella tenía la vaga esperanza de que me convirtiera en una arqueóloga mundialmente famosa, pero mis ideas eran poder cambiar en algo el mundo. Cuando terminé de desayunar me fui a dejar el tazón en el fregadero para irme a mi habitación a estar un rato con el ordenador y a tocar un poco la guitarra. Entré a mi habitación y cerré la puerta tras de mi. Cogí la guitarra y me puse a tocar mis canciones favoritas. La música me apasionaba y si podía estar todo el día en contacto con ella mejor. Desde pequeñita mi padre me llevaba a clases de guitarra y de canto y siempre me gustaba participar en concursos y cantar para mis amigos. De pronto, entró Laia y me dejó en la mitad de un estribillo.
-Hola Gaby, ¿sabes qué eres la mejor hermana gemela del mundo y qué todo lo que haces lo haces bien?- me dijo con la sonrisa de pedir algo de mi hermana.
-¿Qué quieres Laia?
-Bueno...¿Qué si mañana podrías ver el pasado de Mario por favor? Será la última vez que te lo pida solo quiero saber si le gusto o no.
Mario era el chico que le gustaba a mi hermana y un gran amigo mío, y ella estaba obsesionada con él, tanto que me había pedido ya cinco veces que le vea el pasado. Su pasado no es que fuera muy interesante pero a mi hermana le interesaba todo lo que Mario hacía o dejara de hacer. Como si a ella le costara leerle el futuro si sabe lo que ve a pedirle a ella o a otra persona. A mi me costaba bastante leer el pasado como ya para que mi hermana me pidiera que se lo leyera a uno de mis mejores amigos. Pero como le dijera que no se lo diría a mis padres y ellos me obligarían a hacerlo.
-Está bien pero que sea la última vez, ¿entendido? Pero aunque te dijera que no, se lo dirías a mamá y a papá y ellos me mandarían a leerle el pasado- le dije dirigiéndole una mirada envenenada.
-De acuerdo, será la última vez pero lo harás, ¿no?
-Si, y ahora fuera de mi habitación que estoy practicando.
-Gracias, gracias, gracias- salió dando saltitos de mi habitación.
Seguí practicando y pensando en Mario y en Laia. Mario era un chico alto, con el pelo castaña claro y los ojos grises. También era un buen amigo y una persona honesta pero algo egocéntrico. Se creía más de lo que realmente era, y en muchas ocasiones mi amiga Laura y yo hemos tenido que ayudarle a sacarle de algún apuro o contratiempo. Mario iba a mi misma clase y Laia a otra y en los recreos y los cambios de clase ella aprovechaba para verlo y hablar un poco con él. Hacían buena pareja pero no veía a Mario saliendo con mi hermana. Mientras que ella era irresponsable él tenía un poco, solo un poco más de responsabilidad que ella y tenía cierto temor de que les pasara algo cuando estaban juntos y solos. Pero a mi hermana él le parecía el chico perfecto y yo no podía intervenir en eso. Siempre me acordaré del día en que Mario y Laura vinieron a mi casa a buscarme para irnos al centro comercial y Laia le vio por primera vez. Ella se quedó mirándome como diciendo “¿Tu sales con ese chico?” y le dirigió una sonrisa a Mario. Entonces nos fuimos al centro comercial y cuando volví mi hermana me tendió una emboscada con millones y millones de preguntas sobre él. Fui a coger el ordenador de mi mesa cuando me llamaron al teléfono. Miré en la pantalla de mi teléfono negro y vi un número desconocido para mí. Pulsé la tecla de descolgar y me acerqué el aparato a la oreja.
-Hola Gaby soy Mario, ¿cómo estás?- me preguntó mi amigo con voz dulce.
-Muy bien Mario, ¿de quién es este móvil?
-De mis padres el mío se ha quedado sin saldo- dijo riéndose.
-Vale lo guardaré por si acaso, ¿para qué me llamas?
-Te llamaba para saber si ibas a salir con tu hermana esta tarde- me dijo tartamudeando en cuanto pronunció la palabra salir.
-Si voy a salir, pero con Laura. Voy a ir al cine con ella... Laia no se lo que hará esta tarde si quieres le pregunto que si quiere ir contigo- no me hacía falta preguntarla para saber que la respuesta sería un si-
-¿Puedo ir con vosotras hoy no tengo planes y pensé si podía ir con vosotras?
-De acuerdo a las seis en la puerta del cine, no llegues tarde, ¿ok?
-Vale a las seis, ¿me pasas a tu hermana?- no se que le querría preguntar a mi hermana.
¡Laia!-grité su nombre.
Ella entró y me dedicó una sonrisa sabiendo lo que pasaba.
-Está Mario al teléfono quiere hablar contigo- le dije a Laia.
-Hola Mario, ¿qué tal?- le preguntó Laia y se fue con mi móvil.
-Cuando acabes devuélveme el móvil que lo necesito- Laia me miró, asintió y se fue a su cuarto.
Sonreí un poco y me fui al ordenador. Lo encendí y al conectarme al tuenti tenía un montón de peticiones de amistad, mensajes y numerosas fotos en las que mis amigos me habían etiquetado. Antes de acabar me di cuenta de que en la mayoría de las fotos que tenía con mis amigos por detrás salía un hombre vestido completamente de negro. No le había visto había visto nunca salvo en esas fotos. Puse un comentario diciendo si alguien sabía quien era esa persona. Algunos me contestaron que podría ser un camarero de el local, otros una persona cualquiera pero que había estado en los mismos locales donde había estado yo me dejaba un poco asustada. ¿Y si me estaba siguiendo? Pero,¿por qué? Entonces una bombilla se iluminó en mi cabeza. Si me estaba siguiendo sería por una razón. Sabía lo de mi don porque no se me ocurría ninguna otra razón de el porque me estaba siguiendo. Mi hermana interrumpió mis pensamientos entrando en mi habitación y dándome el móvil indiferentemente.
-¿Qué quería Mario?- si le había dicho algo importante sería a la última persona que se lo contaría.
Mi hermana y yo no nos llevábamos tan bien como parecía. Eramos mellizas pero eramos prácticamente norte y sur.
-Me preguntaba que si iba a salir a algún sitio y le he dicho que no... no se porque me lo habrá preguntado- suspiró
-Yo tampoco, ¿has visto lo que quería hacer?- a Laia con solo pensar en la persona, podía verle el futuro sin necesidad de tocarle o de estar cerca de esa persona.
El problema es que solo podía ver el futuro de una persona a la vez y que haya visto con anterioridad personalmente, pero resultaba un don muy útil desde el punto de vista práctico. Aunque nos lleváramos mal nos ayudábamos mutuamente con los estudios. Ella me podía decir si iba o no iba a venir el profesor o si iba a hacer un examen sorpresa mientras que yo le decía las respuestas de los exámenes tocando ligeramente al profesor. Ya se que era trampa pero cuando posees un don es para utilizarlo ya sea para bien o para mal. Laia cerró los ojos y se concentró en su tarea.
-Si pero no hay nada especial que quiera hacer- abrió los ojos- bueno toma tu móvil, mamá me a dicho que a comer.
Cogí el telefono y me fui al salón pero antes apagué el ordenador no queria que Laia viera las numerosas fotos y archivos que tenía. Cuando vi que estaba apagado me fui al comedor y vi que en la mesa había un bol con ensalada y mi madre en las manos tenía una bandeja con pollo asado. Me senté en mi silla y mi hermana trajo una botella de coca-cola. 
-¿Qué es lo que quieres Laia el muslito o la pechuga?- preguntó mi madre a mi hermana.
- Lo de siempre mamá un muslito y una alita por favor.
-¿Y tu Gaby?- me preguntó yo estando distraída.
- Yo pechuga por favor.
Mi madre nos fue sirviendo la comida y cuando terminó nos pusimos a comer. La comida estaba deliciosa como casi todo lo que cocinaba mi madre.
-¿Qué vais a hacer esta tarde chicas?- nos preguntó mi padre a mi hermana y a mi.
-Yo he kedado con Laura y con Mario a las ocho, ¿por qué lo preguntas?
-Tu madre y yo vamos a ir a la puerta del sol hemos quedado con un amigo nuestro.
-Yo me voy con Gaby al cine ¿no te importa verdad?- mi hermana me miró con ojitos de cordero degollado y cuando asentí le salió una sonrisa de oreja a oreja.
No me apetecía mucho que viniera conmigo pero al imaginarmela con Mario me ablandó el corazón y le dije que si. Mi hermana y yo nos llevabamos ni muy bien ni muy mal. Eramos en todo dos polos opuestos y en lo único en que nos paercíamos era en que teníamos los ojos del mismo color verde y que nacimos el mismo día.
-¿Cuando os vaís?- les pregunte a mis padres.
-Hemos quedado con él a las siete y media y creo que nos quedaremos a cenar- me dijo mi madre con una mirada como diciendo que vayamos a cenar y que cuide de mi hermana- saldremos de aquí cosa de las seis y media.
Terminamos de comer y como eran las cuatro de la tarde me fui a dar una ducha y vestirme. Decidí hoy ponerme algo más guapa de lo normal y me ricé el pelo. Eran las cinco y media cuando acabé y mi hermana me estaba esperando en la puerta de mi casa.
-¡Adios papá y mamá!- grité yo.
-Adios chicas- cuando dijeron eso mis padres salimos por la puerta y nos dirigimos al metro para coger el tren para ir al cine.