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viernes, 29 de abril de 2011

Premio Meme ¡Coge tu libro!

Vale es la primera cadena/premio que me han hecho!!!! Bueno el premio me lo ha otorgado esthervampire de su blog Lado Oscuro... muxas graciaaas!!! Bueno el libro que me estoy leyendo es La caída de los gigantes de Ken Follet y me está encatando sobremanera...Y aquí os dejo la línea 5 de la página 89 "Hubo algo que captó su atención: una figura se dirigía corriendo hacia él..." Vale ya se que el libro es muy largo, creo que demasiado, pero merece la pena leerlo que está muy bien.



Ahora voy a enviar este premio a 6 personas:
-A Yary Speit por tras el espejo: http://tras-el-espejo-history.blogspot.com/
-A Paloma por su blog Memorias de un verano a tu lado: http://unveranoatulado.blogspot.com/
-A Vanessa por su blog Alma Inmortal: http://almainmortal-vanessa.blogspot.com/
-A la historia de Wish and dream: http://kairixstories.blogspot.com/
-A María por su blog Sin límtites: http://siempreesinlimites.blogspot.com/
-A Agatha por su blog Vida de una adolescente: http://agatha-comoveslavidaapartirdelos15.blogspot.com/
Un beso a todos!!!!

martes, 19 de abril de 2011

Gabriela. Capítulo 6: penas, tristezas y algo más...

Nunca os imaginaríais que es estar sin padres cuando lo vives. Cuando me dijeron que mis padres habían muerto en aquel accidente de tráfico mi vida se desparramo en el suelo, como si de unos abalorios de una pulsera que se acabe de romper se tratase. Cuando mi hermana tuvo aquella visión no sabía exactamente lo que hacer, ya que no tenía la menor idea de cuando iba a suceder. Estaba en clase cuando me llamaron para ir a jefatura. Pablo y yo estábamos hablando por notas, la verdad no parecía que teníamos 16 años, pasándonoslas como podíamos para que no nos viera el profesor. Pablo era un chico un poco más alto que yo, con el pelo negro y sus ojos eran de un bonito color marrón claro. La verdad lo que más me gustaba de Pablo era su manera de ver las cosas, él era capaz de ver (y hacerte ver) un rayo de sol en un día de lluvia. Me tiró una nota a la parte de arriba de mi cabeza cuando yo estaba distraída mirando mi cuaderno. Me giré para mirarle con la boca abierta y vi que él se estaba riendo pero levantó la mano a modo de disculpa. Cogí la nota y la abrí para ponerla encima de mi cuaderno.
-Hola Gaby, ¿qué tal estás?... Bueno quería saber si el viernes vas a ir a la discoteca nueva que van a abrir por la fiesta de los institutos.
-Claro que si, ¿hay alguna pregunta escondida debajo de esa afirmación? ;)
-Me has pillado... jajajaja. ¿Quieres venir conmigo? Te iría a buscar a tu casa e iríamos juntos allí... ¿Qué te parece?
Me lo pensé un rato cuando leí aquello. Si iba con él seguro que me lo pasaría de maravilla pero cabía la posibilidad de que nos liáramos y después de aquello vendría otra cosa y después otra. Aunque pensándolo mejor, ¿por qué no? A mi Pablo me caía genial y seguramente que tarde o temprano pasaría algo entre nosotros dos. 
-Claro que si y si quieres nos vamos a dar una vuelta antes de ir.
Tiré la nota por encima de mi cabeza y calló encima de su libro. Me giré y vi su reacción justamente cuando leyó aquello que le puse. Se le iluminaron los ojos y una sonrisa se formaba en las comisuras de sus labios. Empezó a escribir y yo me di la vuelta para mirar sonrojada a mi cuaderno, creo que a Pablo le gustaba no como a Mario ,que aunque se lo haya perdonado, quería salir conmigo porque se pensaba que con Laia no tendría posibilidades. Cuando me dí cuenta de aquello una sensación extraña se apoderó hasta lo más profundo de mi ser, la verdad nunca había sentido aquello y menos por un chico. Yo era la clase de personas a las que el amor cuanto más lejos posible mejor, se podría decir que en ese sentido era novata. Me sonroje aún más y disimule coger algo de mi mochila colgada de mi silla para mirarle la cara. Seguía con aquellos ojos y aquella sonrisa que hacían que me pusiera más roja todavía. Pablo me miró y me tiró la nota a la mochila.
-Tu eres tonto que luego se me pierde por la mochila- le susurré con una sonrisa.
-Lo siento.
Si se hubiera caído más dentro todavía tendría que haber hecho maniobras para cogerla. Abrí la nota y vi que me había escrito bastante dejándome una linea escasa para responder. 
-Vale te recogeré a las ocho cosa así para ir a dar el paseo más tranquilamente. Aunque no te imagino con unos tacones y un vestido corto desde las ocho de la tarde hasta las tantas de la madrugada jajaja... XD. Aunque tengo una idea, te recojo a las nueve y media y vamos a cenar por ahí y luego nos vamos a la discoteca, ¿qué te parece?
Arranqué un trozo de papel, lo más disimuladamente posible y me puse a escribir en el mi respuesta.
-Soy capaz de estar desde las ocho hasta las tantas de la madrugada con los tacones puestos pero eso es otra discusión.... A lo de la cena me parece muchísima mejor idea que ir merodeando por las calles de Madrid. Y nada de ir al Burger king que con el vestido iría dando el pego, tendríamos que ir a un sitio con más clase creo yo...
-Vale un sitio con más clase... vamos al Mcdonald que tiene la Q de calidad y eso significa que algo de clase tiene jajajaja. Vale ahora en serio, podríamos ir al restaurante italiano que hay al lado de mi casa, se come muy bien allí y tiene muy buen ambiente por lo menos para mi modo de ver. Además la discoteca está a unos diez minutos de allí y podríamos ir andando.
-'¡Me parece genial! Entonces acuérdate el viernes a las nueve y media tenemos una cita.
Lo que puse al final me parecía de lo más apropiado ya que él y yo solos en una cena en un restaurante italiano quería decir algo ¿no? Tuve unos momentos de duda sobre lo que le había puesto al final de la nota. Entonces sin pensármelo dos veces doblé la nota, me dí la vuelta y se la dejé encima de su mesa. Me quedé mirándole como podía para ver su reacción pero Laura captó mi atención susurrándome en el oído.
-¿De qué estáis hablando tu y Pablo tan animadamente?
-El viernes por la noche tengo una cita con él- hice unas comillas con mis dedos cuando dije la palabra cita.
-¿En serio?- dijo con forma de no podérselo creer.
-Lo que has oído.
Asintió y me señaló la nota que tenía al lado de mi estuche. La cogí rápidamente y la abrí de la forma más silenciosa.
-Muy bien, bueno creo que el profesor va a empezar a preguntar y creo que deberíamos atender si no quieres que nos pillen ¿ok? Hasta que suene el timbre.
-Adiós, quédate tu con la nota por favor. 
Se la pasé y yo me dí la vuelta para intentar atender al profesor. No se como lo había conseguido pero tenía una cita con Pablo. Guau, cada día que pasaba me sorprendía a mi misma. No conseguí atender demasiado ya que la cabeza la tenía llena de pensamientos: la cita del viernes, la visión de Laia... Entonces un golpe de nudillos a la puerta me despertó de mis pensamientos.
-¿Gabriela?- preguntó el conserje.
-So... soy yo, ¿qué ocurre?- tartamudeé.
-Acompáñame y recoge todas tus cosas.
Asentí y cuando terminé de recoger todo aquello me quedé mirando la cara de Pablo, Mario y Laura. Me llevaron a jefatura y por el camino iba pensando en que pasaba como para que me llamaran. Cuando entré me llevé una gran sorpresa. Estaban Rafael, un policía y el jefe de estudios hablando entre ellos con miradas un tanto tristes. Me quedé allí plantada de la sorpresa de ver a Rafael allí.
-Hola Gaby tenemos que comunicarte una trágica noticia- hizo una pausa y me miró fijamente con aquellos ojos negros, se acercó a mi y me puso uno de sus brazos por mis hombros- tus padres han muerto.
Cuando recibí aquella noticia me quedé sin habla y una nube de arrepentimiento inundó mi cabeza. 
-No puede ser debe haber un error mi madre trabaja hasta las dos y media.
-Tu madre a faltado y tu padre también para venir ha hablar conmigo sobre el internado... Me han firmado los papeles para que os incorporéis y eso es una muy buena noticia para las dos, pero al llegarme la noticia de que vuestros padres han muerto me he sumido en lo más hondo de las tristezas eran dos personas encantadoras y muy queridas por mucha gente.
-Ya lo se- le dije con lágrimas en los ojos y corriéndome otras muchas por las mejillas.
Entonces a mis espaldas apareció Laia preguntando que es lo que había pasado y cuando le dijeron aquello también vi que se arrepentía de no haber avisado. Me abracé a ella y las dos nos pusimos a llorar y a descargar toda aquella pena que duraría eternamente. Rafael nos abrazó también, en sus ojos se podía ver la pena que sentía.
-Tranquila chicas ahora yo cuidaré de vosotras ¿vale? no os preocupeís- creo que fue lo que dijo ya que no le entendí bien.
Asentimos las dos y seguimos abrazándonos hasta que sonó el timbre del cambio de clase. Había que ver que  hacía escasamente unos diez minutos era la chica más feliz del mundo y ahora era la más triste y arrepentida. Encima la última vez que vi a mis padres estaba enfadados con ellos y el día anterior habíamos discutido mucho. Seguí llorando y abrazada a mi hermana hasta que aparecieron Mario, Laura, Pablo, Victoria y Sofia en la puerta de jefatura. Al vernos así se quedaron muy sorprendidos y sin palabras hasta que conseguí articular unas pocas palabras.
-Nuestros padres han muerto en un accidente de coche. 
Todos se quedaron silenciosos y Laura vino a abrazarme mientras que Laia se echaba a los brazos de sus amigas y de Mario. Por otra parte Pablo también me abrazó y deseé que nos quedaramos así para siempre ya que él me decía palabras de consuelo al oído mientras me acariciaba el pelo y yo lloraba desconsoladamente.
-Nos tenemos que ir ya Gaby y Laia- dijo Rafael.
Miré a Pablo y a Laura y Laia miró a Vicky, Sofia y Mario. Yo quería que vinieran todos pero creo que no les dejarían ir con nosotros.
-¿Pueden venir ellos?- pregunté señalándolos.
-Yo no puedo tengo examen de recuperación ahora mismo y creo que debería irme ya- dijo Mario.
-Yo también- agregó Victoria.
-Yo tampoco puedo ir tengo, que quedarme para que me digan lo que tengo que hacer en verano en matemáticas al suspender el examen de recuperación- dijo Laura.
-¿Teneís que hacer algo importante vosotros dos?- preguntó el jefe de estudios.
-No- dijeron Pablo y Sofia.
-Hoy os podeís ir pero solo hoy, ¿de acuerdo?- los dos asintieron y todos se fueron corriendo para clase.
-Vamos chicas los esperaremos en la puerta.
-Os tengo que acompañar para haceros unas preguntas pero primero deberéis ir al hospital a reconocer los cuerpos- agregó el policía.
Reconocer los cuerpos... yo no podría hacer aquello, ya tenía una tristeza hondo como ya para verles quietos e inmóviles. Nos fuimos a la puerta principal a esperarles. Laia y yo íbamos llorando y secándonos las lágrimas mientras Rafael tenía la mirada pérdida. Llegaron antes de lo que esperaba y Pablo me dedicó una pequeña sonrisa para que me animara. 
-Vamos a ir en mi coche- dijo Rafael guiándonos hasta un BMW M3 negro con los cristales tintados-subid.
Laia se sentó delante, Sofia al lado de la ventana, Pablo en medio y yo al lado de la otra ventana. El policía se subió a su coche para acompañarnos hasta nuestra casa. Rafael hablaba con Laia y Pablo me pasó un brazo por mis hombros para consolarme un poco, yo me apoyé en él. Lloré durante todo el corto trayecto de viaje,  todavía no me podía creer que mis padres no estuvieran. No me dirían más consejos, ni me castigarían de vez en cuando, tampoco estarían cuando me graduara ni cuando me casara... Resumiendo no estarían nunca más en mi vida, tan solo estarían cuando les recordara. 
-Tenemos que ir primero al hospital, ¿vale chicos?- dijo Laia a Sofia y a Pablo.
-¿Para qué?- preguntaron los dos.
-Hay que reconocer los cuerpos...- dije yo con un sollozo al final y me salieron más lágrimas que antes.
-Eh Gaby tránquila shh...- me dijo Pablo al oído- te acompañaré si quieres.
Asentí y me abracé mucho más a él. Al estar abrazada a Pablo ayudaba un poco a consolarme, pero no quitaba toda mi tristeza. Llegamos al hospital, bajamos del coche y nos dirigimos a la ventanilla de información. Rafael preguntó a la señorita que estaba al otro lado donde estaba el depósito de cuerpos para identificar. Nos lo señaló con la mano y al llegar allí un médico con mascarilla nos esperaba apoyado en la pared.
-Hola, ¿sois Laia y Gabriela García?
-Si somos nosotras.
-Acompañadme pero ustedes dos se tendrán que quedar fuera- señaló a Sofia y a Pablo.
Los dos asintieron y se fueron a sentar a unas sillas que había por allí cerca. Lo que pasó despues no lo voy a contar con pelos y señales. Lo puedo resumir en que aquellos dos cuerpos eran de mis padres y al verlos Laia y yo nos abrazamos a Rafael. Al salir del hospital nos fuimos a mi casa y allí el policía nos estuvo haciendo unas preguntas para después darnos el pésame e irse por donde había venido. Yo me fui a mi habitación, tiré mi mochila al suelo y me tumbé en mi cama para hundir mi rostro en la almohada. Me puse a llorar y a sollozar. Todo lo que había ocurrido lo podía haber evitado pero no pude hacerlo.
-¿Gabriela?- preguntó Pablo al otro lado de la puerta.
-Te va a ser inútil hablar con ella, no va a querer la conozco- dijo Laia.
-Pero déjame intentarlo al menos.
-Entra pero luego no digas que no te avisé.
Pablo abrió la puerta despacio, seguramente para medir mi reacción. Se sentó enfrente mía y acercó sus labios a mi oído.
-Ya se que no querrás hablar con alguien pero habla por lo menos conmigo, ¿vale?-no contesté, en esos momentos no quería hablar con nadie- dime algo tan solo dime como te encuentras.
-Me encuentro muy mal la verdad, ¿cómo quieres que me encuentre?- me arrepentí de decir aquello último, Pablo solo intentaba ser amable conmigo- lo siento por lo que acabo de decir ahora es que me encuentro muy mal y... y...
-Shhh- me puso un dedo en mis labios para que me callara- no pasa nada, ¿vale? Y dentro de poco es hora de comer y me tendré que ir me imagino, sal para que vean que te encuentras bien.
Me senté en mi cama y Pablo se levantó tendiéndome la mano para que me levantara. Le di la mano y nos fuimos al salón para encontrarnos a Laia hablando por el teléfono fijo de mi casa y Rafael con su móvil llamando a alguien. Entonces Laia colgó y se sentó en el sillón.
-Por fin he acabado de llamara todos los que he podido- hizo como si se quitara sudor de la frente y me miró- hola Gaby ya llamé a todos los familiares que he conseguido localizar, mañana es el funeral y vendrán los que puedan.
-Vale, gracias.
-Deberíais de ir preparando las maletas que pasado mañana nos marchamos al internado- nos dijo Rafael.
-Yo ya la tengo preparada, mientras tu estabas hablando por teléfono con los de la funeraria.
-Faltas tu Gaby.
-Ahora voy- dije y me fui a mi habitación a prepararlo todo.
Pablo me siguió y me ayudo a meterlo todo en las maletas y bolsos que tenía por allí desperdigados. De vez en cuando soltaba alguna lágrima y Pablo me intentaba consolar como podía. Estuvimos metiendo las cosas como una media hora y al terminar me senté en mi cama.
-Pff... si que nos ha costado, madre mía todas las cosas que tienes no sabía que tuvieras tantas- dijo Pablo a modo de broma.
Saqué una pequeña sonrisa a la que él me dedico una más grande. 
-Pro fin sonríes- me acarició la mejilla- ya se que no es momento para sonreír ni para ser feliz pero una pequeña sonrisa de vez en cuando no es malo...Además tienen una sonrisa preciosa.
-Gracias- y me ruboricé.
-¿Me dejarías quedarme a comer? Es que tener que ir ahora otra vez al instituto a coger el autobús no me apetece nada y hoy mis padres trabajan todo el día y no creo que les importe mucho que me quede aquí a comer.
-Claro que te puedes quedar a comer, aunque creo que nadie ha preparado todavía la comida... Vamos a ver.
Nos levantamos y fuimos a la cocina y vimos a Laia y a Rafael cocinando algo. Me acerqué más a ellos y pude ver que estaban preparando unos espaguetis a la boloñesa.
-¡Ah! Hola Gaby estamos preparando espaguetis, es que el hijo de Rafael también viene a comer.
-Y Pablo se queda a comer.
-Ok hay de sobra Sofia se acaba de ir a su casa y el tío Andrés y la tía Bea vienen mañana por la mañana al funeral...
-Id poniendo la mesa Gaby y...- dijo Rafael mirando a Pablo.
-Pablo.
-Id poniendo la mesa Gabriela y Pablo- sonrió Rafael.
Pusimos la mesa entre los dos, una tarea en la que recordaba a mis padres. Alguien llamó al timbre del portal.
-Ya voy yo.
-Iba a ir yo Gaby pero ya vete tu.
-Seguro que será mi hijo.
Cogí el aparato con ambas mano y contesté un diga ya tan común.
-Soy el hijo de Rafael- dijo una voz melodiosa al otro lado del teléfono.
-Ahora te abro.
Di al botón para que se abriera la puerta y abrí la puerta de mi casa para no tener que escuchar aquel timbre tan molesto. Al cabo de unos segundos un chico alto, rubio y con los ojos azules apareció en la entrada de mi casa.
-Hola tu debes de ser Gabriela ¿no? Yo soy Aitor.
-Si soy Gabriela, veo que ya sabéis todos quien soy.
-Si, todo el internado sabe quienes sois y esperan, algunos más que otros, vuestra llegada- me dio dos besos y se fue a buscar a su padre- papá ya estoy aquí.
Le acompañé hasta la cocina y allí Rafael le dio un gran abrazo a Aitor.
-Vale papá ya se que te alegras de verme pero no es para tanto- dijo Aitor intentando zafarse del abrazo de su padre.
-¿Cuándo llegaste?- le preguntó Rafael cuando le soltó.
-A las once de la mañana, y si te he traído el traje que me pediste.
-Muy bien, muchas gracias, ¿qué tal te resultó el vuelo?
-Bien- miró a Pablo y después concentró su mirada en su padre- la verdad he tenido viajes mejores ya te contaré.
Laia, que estaba detrás de Rafael, se quedó mirando a Aitor y le dedicó una sonrisa cuando captó su atención.
-Si tu eres Gabriela tu debes de ser su hermana Laia, ¿me equivoco?- le dijo con otra sonrisa.
-No claro que no, como cuesta tanto diferenciarnos- rió y Aitor se unió a sus risas.
Se dieron dos besos y Pablo y yo terminamos de poner la mesa para comer aquellos deliciosos espaguetis. Mientras comíamos me di cuenta de que Laia le dirigía a Aitor la misma mirada que le dirigía a Mario. Laia se había vuelto a enamorar. En fin, no podría decirle nada ya que se lo tomaría mal.
-¿Dónde os vais a quedar a dormir Rafael?- pregunté.
-Pensé en quedarme con vosotras por si acaso ocurre algo- asentí.
-Vale y yo donde me quedo- agregó Aitor.
-Pues aquí con nosotros- dijo Laia- puedes dormir en el sillón.
-Vale si es por una noche no me importará, hablando de sillones... Papá me prometiste un sillón para mi habitación y todavía no le tengo.
-Es verdad en cuanto lleguemos te lo pondré en tu cuarto, ¿está bien?
-Vale.
¡Un sillón en una habitación! Me sorprendí de sobremanera, ¿qué tamaño tendrían esas habitaciones?
-¿Tan grandes son esas habitaciones como para que entré un sillón?- se adelantó mi hermana.
-Yo comparto la habitación con otro chico pero aún así son muy grandes- le explicó Aitor.
-Vaya- digimos Laia y yo.
-Espera un momento, ¿os vais a un internado?- dijo Pablo sorprendido a mi lado.
-Si, nos vamos a un internado por eso estábamos guardando todo- le dije.
-Pero yo pensé que os iríais a la casa de vuestro tío que está por aquí cerca.
-Pero mis padres antes del accidente- se me formó un nudo en la garganta- firmaron los papeles para que fuéramos allí.
-Entonces está será la última tarde que estaréis aquí en Madrid- asentí.
Terminamos de comer y Pablo se despidió de nosotras hasta el día siguiente porque le habían llamado sus padres para que fuera a su casa. Nos sentamos en el sillón y Laia y Aitor hablaban animadamente.
-En serio, ¿hay una playa al lado del internado?
-Si y en la noche de san Juan acamparemos toda la noche allí.
-Este año nada de cambiarse de tienda asignada- dijo Rafael.
-¿Pero por qué? Si no molestamos a nadie... bueno vale ya se por donde vas, hubieron demasiados cambios el año pasado y no solo se escuchó el ruido de risas y de las olas- lo pillé al vuelo.
Me senté a su lado y le toqué su mano para mirarle su pasado. Aparecía él en una tienda de campaña con los oídos tapados con una almohada, pero aún así se escuchaban algunos pequeños gritos. Me empecé a reir de aquella situación.
-¿Qué te pasa?- me preguntó Aitor.
-Soy capaz de ver el pasado de todo lo que me rodea y ahora mismo me estoy riendo de aquella situación- él se unió a mis risas.
-Si resultó un poco cómica, aunque no has visto con quien tuve que dormir- seguí mirando y vi que había una chica de unos trece años en otro colchón mirándole como si estuviera soñando. 
-Vaya con la niña.
-Estuvo toda la noche preguntándome que si quería salir con ella, suerte que no tengo novia que si no me la monta- nos empezamos a reir y a Laia se le iluminó el semblante.
-Oye hijo ahora que estamos solos, ¿qué tal tu viaje?
-En realidad una bandada de pájaros de cruzó en mi camino y algunos acabaron algo chamuscados- se rió.
-¿Es qué eres capaz de volar?- preguntó Laia.
-Cuantas veces te habré dicho que no vueles a alturas tan bajas y sabiendo como está tu cuerpo- le regañó Rafael.
-Si soy capaz de volar y también un mechero humano- chasqueó sus dedos y de ellos salió una llama.
-Guau-dijo Laia.
Entonces sonó el timbre y Aitor dejó de emitir esa pequeña llama de su dedo. Fui al teléfono y era mi tío Héctor que vivía por aquí cerca y vino a mi casa a visitarnos. Después uno por uno vinieron más familiares y amigos y estuve más o menos entretenida casi toda la tarde. Mi hermana siguió hablando con Aitor y pensé que se había olvidado por completo de Mario. Yo creo que era mejor, por que si no tendría que estar todo el santo día recordándolo o llamándolo todos los días. Me alegre por ella, por lo menos tendría a alguien a quien querer y apoyarse en caso de que lo necesitara.


Este es Pablo








Este es Aitor

lunes, 11 de abril de 2011

Laia: capítulo 5: una extraña visión.

Aquella mañana me desperté como todos los días a las siete y cuarto de la mañana. Anoche me había dormido muy tarde al echarme esa siesta de unas cuatro horas y aquella mañana me apetecía mucho más quedarme en mi cama que ir a clase. Pensé en las ventajas y los inconvenientes de la decisión mientras me ponía unos vaqueros cortos, una camiseta blanca con flores en gris y en negro y mis manoletinas negras. Las ventajas serían que vería a Mario, a mis amigas y puede que pase un buen rato y los inconvenientes eran que alomejor me aburría de impresionante manera, que tuviera una discusión con alguien o demás cosas. Decidí ir a clase y salí de mi habitación para encontrarme con mi hermana con unos pantalones pirata, una camiseta de tirantes blanca con un dibujo en el centro y sus inseparables converse negras. Le dirigí una gran sonrisa y ella me devolvió una pequeñita, se la veía que no estaba de humor para hablar conmigo así que me fui al baño a maquillarme un poco y a peinarme. Gabriela entró en el baño para hacerse una coleta y se fue al acabar de hacérsela, ella tardaba muchísimo menos que yo en prepararse para irse al instituto. Cuando terminé me fui a desayunar mis ya comunes cola-cao y galletas y a coger mi mochila de mi habitación. Mi hermana desayunaba sin hablar y mis padres también estaban en silencio, yo como no sabía lo que hacer decidí estar callada por si también se enfadaban conmigo también. Al terminar de desayunar me despedí y mi hermana salió por la puerta sin despedirse ni nada. En el portal nos esperaba Mario con su gran sonrisa de todos los días.
-Hola chicas, ¿qué tal estáis?- preguntó Mario animado.
-Muy bien, ¿y tú? 
-Bueno también bien- mi hermana se puso los cascos y no dijo nada de nada- ¿qué le pasa a Gaby?
-Está enfadada luego te cuento en el recreo- no le iba a contar todo por supuesto.
-Vale.
Mientras ibamos dirección al instituto Mario y yo tuvimos una charla muy animada. 
-¿Este sábado estas libre?- me preguntó sin mirarme a la cara mientras yo sonreía.
-Si, no he quedado con nadie, ¿por?
-Por si querías venir conmigo a la piscina y después a mi casa a ver una película.
-Claro suena genial, ¿tengo que llevar algo de comer?
-No ya la llevo yo- Mario sabía cocinar muy bien y sabía que me iba a sorprender- tu solo llévate el bikini y ropa de recambio.
-Muy bien el sábado a las doce en mi casa.
-Me parece muy bien.
-Cuando vayas llegando me das un toque por que seguramente mi hermana estará durmiendo- nos empezamos a reír y Gaby se dio la vuelta y nos miró fijamente quitándose los cascos de la cabeza.
-¿Qué os hace tanta gracia?- nos preguntó.
-Por fin hablas mudita.
-Ja ja ja Laia que graciosa si antes no hablaba era porque no quería- nos dijo riéndose de forma sarcástica.
-Vale que el sábado Laia y yo hemos quedado y hablábamos de que seguramente tu a las doce seguirás dormida.
-Más os vale que ese día no me despertéis que el día interior tengo un cumpleaños- nos miró con una ceja levantada, solo ella sabía hacer aquello, y nos dedicó una mirada de como me despertéis os mato.
-Tu tranquila que ni Laia ni yo te despertaremos.
-Eso espero- y se volvió a poner sus cascos.
Cuando llegamos a las puertas del instituto Mario se despedió de mi y se fue con sus amigos y Gabriela se fue a hablar con Laura. Por mi parte fuí con mi mejor amiga Sofía, ella era un chica alta, morena con los ojos color chocolate. Ella era una persona muy simpática y sincera. Nos sabíamos todo la una de la otra, la única cosa que no sabía de mi era mi don. Me saludó con la mano y sacó una sonrisa luminosa.
-Hola Laia, ¿qué tal estás?
-Muy bien Sof pero estoy preocupada por mi hermana está muy rara últimamente.
-Tu tranquila se le pasará tarde o temprano.
-Eso espero.
-¿ Y qué tal con Mario?- me preguntó dándome un pequeño codazo en mi costado.
-Muy bien, me ha invitado este sábado a la piscina y luego iremos a ver una película en su casa- mi amiga se llevó la mano a la boca.
-Seguro que te pide salir eso te lo garantizo- se rió y yo me uní a sus risas porque yo ya sabía que él me iba a pedir salir con él.
-¿Nos vamos ya a clase?- le pregunté cuando paramos de reírnos.
-Claro.
En el camino de trayecto hasta nuestra clase se nos unieron Victoria, una buena amiga rubia con los ojos azules, Claudia, ella era morena con los ojos marrones, y Lorena, que ella tenía el pelo castaño y los ojos verdes. También vino Lucía la chica que le caía mal a mi hermana, pero ella para mi era una amiga pero de esas que no conoces mucho. Antes de entrar a clase Mario me guiñó un ojo y yo sonrojada me metí rápido a mi clase para sentarme en mi sitio. Me quedé un rato hablando con mis amigas y luego sonó el timbre, ahora tocaba matemáticas una asignatura que se me daba bien. La mañana pasó bastante rápido y solo pensaba en Mario y su sonrisa imborrable y en como nos lo pasaríamos el sábado. Estaba completamente enamorada de él y no creo que pueda existir otro chico con aquella sonrisa, aquellos ojos hipnóticos o en la forma en que te animaba cuando estabas triste. Aunque tenga sus defectos como todos los seres humanos para mi era perfecto. El día en que me vino la visión de que iba a besar a Gabriela el mundo se me vino abajo aplastándome y dejando mi corazón hecho trizas. Yo creía que tenía una oportunidad con él para que luego haya besado a mi hermana, pero cuando Gaby me contó que cuando le dijo que a mi él me gustaba se le iluminó la cara arregló mi corazón en una milésima de segundo. Sonó el timbre y paró todas mis divagaciones para solo pensar que ahora volvería a ver a Mario. Recogí mis cosas y esperé a que mis amigas terminaran de recoger las suyas para irnos juntas al recreo. 
-Madre mía que sueño tengo- dijo Victoria bostezando.
-Suerte que ahora vienen las vacaciones y podremos salir hasta tarde y levantarnos a la hora que queramos- agregó Sofía.
-Ya ves- dijimos todas al unísono excepto Sofía.
Salimos del instituto y nos fuimos a comprar una bolsa de patatas a una tienda de chucherías cercana. Cada una hablábamos de cosas diferentes con cada una de nosotras que si las clases, el verano, los chicos... en fin esa clase de cosas. Después de ir a comprar nos sentamos en un banco y al cabo de unos momentos vinieron Mario con Alex, Pablo, Roberto y Juan. De entre ello el más guapo para mi era Mario pero en general era Alex con su pelo rubio y sus ojos azules grisáceos. 
-Hola chicas-dijeron todos al unisono.
-Hola a todos- dijimos nosotras.
-Vaya Vicky, ¿y ese móvil?- dijo Alex y se sentó al lado suyo para verlo mejor.
-Es nuevo, me lo dieron mis padres ayer por haber aprobado todas y estuve toda la tarde metiendo los números de teléfono- dijo mientras soltaba una risita.
Mientras que Alex y Vicky se enfrascaban en su conversación los demás hicieron planes para el sábado noche. 
-Podríamos ir a una discoteca nueva que van a abrir el viernes para la fiesta de los institutos- dijo Pablo.
-Allí va ir mi hermana alomejor te encuentras con ella- dije mientras le guiñaba un ojo.
Yo sabía que a Pablo le gustaba mi hermana se le notaba en todo lo que hacía y por eso él iba a ir allí.
-Ya ves y a ver cuando te la ligas Pablo- dijo Mario riéndose y dándole un golpe en el hombro.
-¿Es qué te gusta Gabriela?- dijeron mis amigas.
-Como si no lo vierais- dijimos Mario y yo a la vez riéndonos.
-¿Qué hora es?- preguntó Pablo para cambiar de tema.
-Va a tocar en cinco minutos, ¿nos vamos ya?
-Por mi bien Lorena- dijo Pablo.
Nos levantamos y Mario me agarró del brazo para que me sentara con él.
-Ahora vamos- dijo Mario al grupo.
-¿Por qué me retienes aquí?- le dije yo con una sonrisa pícara en los labios.
-Bueno, quiero hablar contigo, ¿no puedo?
-Claro que si que puedes, cuando tu quieras.
-Quería pregunarte que si te sentó mal cuando besé a Gaby- cuando dijo aquello solté un suspiro.
-Bueno un poco si que me sentó mal, pero ya sabes que lo pasado pasado está.
-Vale ¿entonces quedamos como siempre?
-Claro que si.
Me armé de valor, no se de donde me lo saqué, y le di un beso en la mejilla. Mario se sonrojó y nos levantamos para ir a clase. Mientras caminábamos no dijimos nada pero él me dió la mano hasta que llegamos a clase. Se acercó a mi oreja y quitó el pelo que tenía delante de ella.
-Ahora nos vemos- me dijo susurrando.
-¿Por qué?- me quedé un rato pensando y caí en la cuenta- ¡ah toca religión!
Entonces él entró en su clase para sentarse a su sitio y yo me fui a mi clase, parecía que iba flotando hacía ella, para coger mis cosas y sentarme a su lado.
-¿Qué te pasa Laia?- me preguntó Victoria.
-Ahora te cuento.
Nos fuimos a la clase y yo me senté al lado de Mario y Victoria cogió una silla para sentarse a mi lado.
-Te vi el sábado- le dijo Gaby a Vicky.
-Yo también te vi, estabas bailando con Pablo.
-¿Entonces fue con él con el que baile?¿Por qué no me lo dijiste Laura?- la miró a ella y Laura de encogió de hombros.
-Creí que te acordarías además yo tampoco prestaba mucha atención.
Mi hermana se levantó y se fue a hablar con Pablo que también estaba en religión. No les presté mucha atención y escuché la conversación que tenían Mario y Laura.
-Haber que si sumas esto y multiplicas por esto otro te da el tiempo- dijo ella señalando el libro de física y química.
-¡Ah! Ahora lo pillo gracias Laura.
-¿Es qué tienes examen de recuperación?- le pregunte a Mario.
-Si y espero aprobarlo, sino estaré todo el verano en mi casa estudiando- resopló y se dio la vuelta para seguir estudiando. Me quedé mirando a Vicky y ella tenía la vista fija en Alex. Le pasé una mano por delante de los ojos.
-Tierra llamando a Vicky, responda señorita Vicky si sigue aquí con nosotros- Mario intentó aguantar la risa pero yo me empecé a reír a carcajadas. 
-Sigo aquí y para vuestra información estaba mirando por la ventana.
-Ya...- dijimos Mario y yo a la vez.
-Y la vista se te fue en ese mismo instante a Alex.
-No estaba mirando a Alex, él no me gusta.
-Claro- susurró Mario.
Entonces una visión apareció ante mis ojos. Vi a mi padre y a mi madre e el coche escuchando una vieja canción de Madonna y charlando animadamente, entonces otro coche chocó contra el de mis padres y allí acabo mi visión. Empecé a respirar muy hondo tanto que mi hermana me escuchó desde donde estaba y vino corriendo a verme.
-¿Qué te pasa Laia?- me dijo mientras me tocaba y veía mi visión- ven vamos al baño.
Me pasó un brazo por la cintura, para fingir que me encontraba mal, y salimos por la puerta para irnos al baño. Cuando entramos ella cerró la puerta y me volvió a tocar, se llevó las manos a la cabeza y me dirigió una mirada llena de miedo. La verdad yo también tenía miedo.
-¿Pero cuándo le va a pasar eso a papá?- me preguntó con voz temblorosa y entre susurros.
-No lo se...
-¿Pero y donde ocurrirá?
-Tampoco lo se Gaby no puedo decírtelo porque cada vez que tengo una visión no aparece un calendario marcándome el día exacto y un reloj muy preciso que me diga cuando va a ocurrir- dije yo enfadada y sarcásticamente.
-Vale, lo siento es que estoy muy nerviosa y preocupada.
-Alomejor pasa dentro de unos días- dije yo con algo de esperanza.
-O también puede ocurrir hoy...
-Haremos una cosa, vamos a clase ahora y decimos que me he atragantado y que estoy bien y espararemos a  llegar a casa para ver que están bien, ¿de acuerdo?- le expliqué el pequeño plan que creé en poco tiempo- no podemos hacer más.
-Está bien.
Nos fuimos a clase y todos nos miraron preocupados. Me puse colorada e intenté parecer tranquilas cosa que mi hermana hizo de maravilla.
-¿Qué te ha pasado Laia?- pregunto nuestro profesor
-Nada que se ha atragantado- dijo Gaby soltando una risita al final y nos fuimos a sentar a nuestros sitios.
Gabriela se puso a hablar tranquilamente con Vicky sobre el sábado por la noche y yo me puse a ver que es lo que estaba estudiando. 
-¿Qué tal te va?
-Muy bien creo que aprobaré con buena nota-me sonrió alegremente.
Tocó el timbre y Vicky empezó a recoger sus cosas mientras yo le decía a Mario mucha suerte para su examen. Las siguiente hora la pasé pensando en aquella extraña visión y cuando ocurriría, estaba tan preocupada que no presté nada de atención a lo que el profesor nos decía. Entonces alguien llamó a la puerta de nuestra clase y pasó.
-Laia García- pregunto el conserje, un hombre mayor.
-Soy yo.
-Acompáñame por favor, recoge tus cosas.
Al salir de clase escuché por parte de mis compañeros unos ¿que habrá hecho? Yo iba muy preocupada, no sabía que es lo que había hecho para que me llamaran y me mandarán recoger mis cosas. Llegamos a jefatura y allí encontré a mi hermana de espaldas a mi y con Rafael a su lado, me acerqué más y había un policía hablando con ellos dos. Rafael se dio la vuelta al igual que Gaby, pero solo podía ver las lágrimas que caían de sus ojos. Rafael me dirigió una mirada triste y el policía también.
-¿Qué... ha ocurrido?- pregunté titubeando un poco.
Mi hermana me abrazó y algo encajó en mi cabeza. La visión, mis padres. Gaby hacía como si me dijera algo al oído pero a mi ya se me caían las lágrimas sin saber que es lo que les pasaba a mis padres.
-Laia cariño, tus padres han muerto- dijo Rafael tristemente.
No conseguí decir nada porque mis ojos estaban llenos de lágrimas y abracé a mi hermana lo más fuerte que pude en esos momentos.
-¿Qué les ha pasado?- le pregunté al policía.
-Han muerto en un accidente de tráfico hace una hora como mucho.
No conseguía decir más al igual que mi hermana y Rafael nos abrazó.
-Tranquilas, ahora yo cuidaré de vosotras me lo dijeron vuestros padres antes de el accidente y saldremos mañana por la tarde, ¿vale chicas?
Asentimos las dos ya que no queríamos hablar y seguimos llorando y abrazándonos hasta que el timbre sonó para anunciar un cambio de clase.











viernes, 1 de abril de 2011

Laia: capítulo 4. el hombre de negro.

Cuando mi hermana entró el la habitación se quedó paralizada, como si un conjuro la hubiera convertido en piedra al ver al amigo de mis padres. Me sorpredió mucho aquel comportamiento por parte suya y luego ella dice que yo soy la inmadura que no se sabe comportar. El amigo de mis padres le sonrió y ella seguía sin reaccionar.
-Hola Gabriela soy Rafael el amigo de tus padres y creo que tu y yo ya nos conocemos de antes- dijo el amigo él amigo de mis padres con voz grave y profunda.
-Ho... hola- conseguió decir al fin- claro ya nos hemos visto más de una vez.
-¿Es qué os habeís visto antes?- dijo mi madre.
-Si pero de casualidad, ahora que estoy aquí de paso me fui a la discoteca de un amigo mío y allí nos vimos.
Gaby asintió con la cabeza y se sentó a mi lado, raro en ella porque normalemente Gaby se sienta lo más lejos de mi posible.
-Bueno Rafael esta es Laia, nuestra otra hija- nos presentó mi padre y nos dimos los ya comunes dos besos.
-Vaya encantado de conoceros chicas.
-¿Quieres algo Rafael?- preguntó mi madre.
-Si gracias, un café si no es mucho pedir.
-En seguida vuelvo- dijo mi madre mientras se iba a la cocina.
-¿Cuántos años tienes Gaby?- preguntó Rafael a mi hermana.
-Tengo 16, los 17 los cumplo este año.
-Y tu Laia me imaginó que tendrás los mismos que ella- se rió y yo sonreí.
Rafael resultó ser un hombre bastante agradable, aunque Gaby estuvo tensa todo el tiempo. Rafael podría tener los cuarenta años y era alto, con el pelo negro y los ojos negros también. Me resultó curioso que vistiera todo de negro salvo que tenía una insignia en la parte izquierda de su camisa negra con una mariposa azul. Rafael nos contó cosas de sus hijos, tenía tres una niña y dos niños, y muchas más cosas de su vida y demás. 
-¿Puedo haceros una pregunta?- nos dijo Rafael a Gaby y a mi.
-Depende de cual sea- dije yo sonriendo.
-No os voy a preguntar nada del otro mundo solo quería saber... si teniaís alguna habilidad especial- cuando dijo aquello mi hermana se agarró a mi brazo y se tenso todavía más. En mi vida la había visto tan nerviosa y preocupada por algo, ella siempre había sido una persona tranquila que no se ponía nerviosa con facilidad-  se que poseeís cada una un poder muy especial, y esa es la razón por la que he venido aquí a Madrid por vosotras.
Me quedé sin habla, ¿cómo sabía él que teníamos dones? Mis padres también estaban sorprendidos, parecía que Rafael no era quien en realidad era.
-Vaya Rafael, ¿cómo sabes eso?- dijo mi padre más sorprendido que nosotras dos.
-Porque yo también poseo un don, pero yo no he sido la que os ha localizado- cuando dijo eso abrí los ojos como platos al igual que toda mi familia.
-Nunca nos hemos encontrado a alguién que tuviera un don aparte de nuestras hijas Rafael.
-Ya me imagino Coral, pero nadie tiene el mismo don- explicó Rafael tranquilamente, como si aquella charla la hubiera tenido más de una vez- cada persona con un don es única y nunca han habido casos de dos personas con el mismo don, por eso vuestras hijas al ser mellizas, deducimos que una tendrían el don invertido de la otra, ¿me equivoco?
-No- respondió mi padre secamente.
-¿Es qué hay más personas con dones?- preguntó mi hermana que parecía entusiasmada ante la idea de que hayan más persona con un don.
-Claro que si, en nuestro internado tenemos a unos cien alumnos con un don diferente cada uno, y les enseñamos a utilizarlo perfectamente.
-A alumnos se refiere a adolescentes y niños pequeños.
-Si Gaby, y por eso os quiero hacer una pregunta ¿deseariaís ir allí?
-A mi me parece bien.
-A mi no me gusta mucho la idea.
-Pero Laia habrán más personas como nosotras, ya no seremos las únicas que tengamos dones y nos sintamos raras- cuando me dijo aquello supe que Gaby lo pasaba muchas veces mal al ser la única, que no sea de su familia, que tenga un don.
Cuando me dijo aquello recapacité y entendí lo que ella me quería decir. Podríamos usar nuestro don sin miedo a que alguien nos descubra e intente hacer experimentos con nosotras dos. Y así sentirnos menos raras en ese sentido. Además nos ayudarían a usarlo y a manejarlo perfectamente.
-Creo que me has convencido Gaby- la dije con una sonrisa.
-¿Y tu qué don posees Rafael?- preguntó mi hermana con curiosidad.
-Acércate y me enseñas tu también lo que puedes hacer.
Gabriela se levantó y se fue hasta donde estaba él. Entonces le tocó la mano y mi hermana cerró los ojos, rápidamente abrió los ojos y se le quedó mirando fijamente.
-No puedo leerte el pasado...- dijo con los ojos como platos- ¿cómo puede ser eso posible?
-Yo también poseo un don mi querida Gaby, yo tengo un escudo que me protege de todos los dones.
-Guau...
-Entonces que decís Coral y Luis dejaríais ir a vuestras hijas al internado.
Mis padres estuvieron un buen rato pensándolo, mi hermana se volvió a sentar al lado mio y me siguió agarrando del brazo. Hoy si que estaba rara Gaby, se lo tendría que preguntar más tarde.
-Yo pienso que es muy pronto para que ellas se vayan a un internado tan lejos de aquí- dijo mi madre.
-Lo mismo pienso yo, yo creo que es muy precipitado ya se que tienen 16 años pero todavía no las veo fuera de casa.
-Pero papá y mamá es una muy buena oportunidad para mejorar nuestro don y sentirnos normales por una vez en nuestra vida- dijo Gaby desesperada por poder ir allí.
-Cariño, es muy arriesgado entiéndelo.
-Ya pero mamá tu como no tienes ningún don no entiendes como nos sentimos Laia y yo.
-Entiende tu también nuestra posición Gaby- dijo mi padre algo enfadado.
-Vale entonces Gaby, Laia sin el consentimiento de vuestros padres no podréis ir al internado- nos miró Rafael- me tengo que ir ahora mismo vale... Si cambiáis de opinión tenéis mi teléfono.
-De acuerdo Rafael- se despidió mi madre dándole dos besos.
Después mi padre le dió la mano y mi hermana y yo dos besos. Cuando se fue Rafael yo me fui a mi habitación y escuché una discusión por parte de mis padres y Gaby, nunca los había escuchado discutir y me sorprendió como una visita había alterado a mi familia incluso a mi. Ellos seguían discutiendo y yo me fui a mi cama y me puse los cascos, miré el reloj y vi que eran ya casi las seis de la tarde. 
Me desperté y vi en mi reloj que eran las diez y media de la noche y las tripas me sonaban como si ahí dentro tuviera una estampida. Me fui dirección a la cocina para cenar algo y vi a mi padre viendo el barco en antena 3.
-Mierda me he perdido el principio- dije desde la cocina mientras me preparaba un bocadillo.
-Corre que seguramente llegué ahora la parte interesante.
Me senté en el sillón y me puse a ver la serie mientras cenaba y mi padre me contaba que es lo que pasaba al principio. Me vi el capitulo entero y mi padre se fue a dormir a su habitación. Yo apagué la tele y antes de entrar en mi habitación entre en la de Gaby que ella estaba sentada en su cama con las manos en la cara. 
-Duérmete Gaby que mañana hay clase y no querrás dormirte en clase.
-Ahora me duermo- me dijo Gaby sin quitarse las manos de la cara y con voz ronca.
-Vale, ¿mañana me cuentas lo que te pasa?
-Si después de clase te lo cuento.
Me fui a su lado y le dí un pequeño abrazo y ella al mismo tiempo me dió un beso en la mejilla. Me dí la vuelta pensando "¿Gaby me ha dado un beso en la mejilla?" vaya si que estaba rara. Me fui a mi habitación y antes de llegar tuve una visión, en ella aparecíamos mi hermana y yo con Rafael y un chico que estaba mirando por la ventana del coche en el que estábamos viajando a algún sitio. Entonces se fue la visión y me quedé con los ojos abiertos, sacudí un poco la cabeza para quitarme aquella extraña imagen y me fui a mi habitación a dormir. Todavía tenía la ropa que me había puesto para ir al instituto así que me puse mi pijama azul y me metí dentro de mi cama. Todavía le seguía dando vueltas a lo de Gaby con Rafael, ¿de qué se conocerían? y es más lo rara que está mi hermana con todo el mundo desde el día que nos fuimos al cine. En algún rato de aquellos debí quedarme dormida y soñé esa noche con Mario y si estaba ansiosa por que llegara pronto el sábado.