Traduceme en tu idioma!

English French German Spain Italian Dutch Russian Portuguese Japanese Korean Arabic Chinese Simplified

this widget by www.AllBlogTools.com

Seguidores

martes, 19 de abril de 2011

Gabriela. Capítulo 6: penas, tristezas y algo más...

Nunca os imaginaríais que es estar sin padres cuando lo vives. Cuando me dijeron que mis padres habían muerto en aquel accidente de tráfico mi vida se desparramo en el suelo, como si de unos abalorios de una pulsera que se acabe de romper se tratase. Cuando mi hermana tuvo aquella visión no sabía exactamente lo que hacer, ya que no tenía la menor idea de cuando iba a suceder. Estaba en clase cuando me llamaron para ir a jefatura. Pablo y yo estábamos hablando por notas, la verdad no parecía que teníamos 16 años, pasándonoslas como podíamos para que no nos viera el profesor. Pablo era un chico un poco más alto que yo, con el pelo negro y sus ojos eran de un bonito color marrón claro. La verdad lo que más me gustaba de Pablo era su manera de ver las cosas, él era capaz de ver (y hacerte ver) un rayo de sol en un día de lluvia. Me tiró una nota a la parte de arriba de mi cabeza cuando yo estaba distraída mirando mi cuaderno. Me giré para mirarle con la boca abierta y vi que él se estaba riendo pero levantó la mano a modo de disculpa. Cogí la nota y la abrí para ponerla encima de mi cuaderno.
-Hola Gaby, ¿qué tal estás?... Bueno quería saber si el viernes vas a ir a la discoteca nueva que van a abrir por la fiesta de los institutos.
-Claro que si, ¿hay alguna pregunta escondida debajo de esa afirmación? ;)
-Me has pillado... jajajaja. ¿Quieres venir conmigo? Te iría a buscar a tu casa e iríamos juntos allí... ¿Qué te parece?
Me lo pensé un rato cuando leí aquello. Si iba con él seguro que me lo pasaría de maravilla pero cabía la posibilidad de que nos liáramos y después de aquello vendría otra cosa y después otra. Aunque pensándolo mejor, ¿por qué no? A mi Pablo me caía genial y seguramente que tarde o temprano pasaría algo entre nosotros dos. 
-Claro que si y si quieres nos vamos a dar una vuelta antes de ir.
Tiré la nota por encima de mi cabeza y calló encima de su libro. Me giré y vi su reacción justamente cuando leyó aquello que le puse. Se le iluminaron los ojos y una sonrisa se formaba en las comisuras de sus labios. Empezó a escribir y yo me di la vuelta para mirar sonrojada a mi cuaderno, creo que a Pablo le gustaba no como a Mario ,que aunque se lo haya perdonado, quería salir conmigo porque se pensaba que con Laia no tendría posibilidades. Cuando me dí cuenta de aquello una sensación extraña se apoderó hasta lo más profundo de mi ser, la verdad nunca había sentido aquello y menos por un chico. Yo era la clase de personas a las que el amor cuanto más lejos posible mejor, se podría decir que en ese sentido era novata. Me sonroje aún más y disimule coger algo de mi mochila colgada de mi silla para mirarle la cara. Seguía con aquellos ojos y aquella sonrisa que hacían que me pusiera más roja todavía. Pablo me miró y me tiró la nota a la mochila.
-Tu eres tonto que luego se me pierde por la mochila- le susurré con una sonrisa.
-Lo siento.
Si se hubiera caído más dentro todavía tendría que haber hecho maniobras para cogerla. Abrí la nota y vi que me había escrito bastante dejándome una linea escasa para responder. 
-Vale te recogeré a las ocho cosa así para ir a dar el paseo más tranquilamente. Aunque no te imagino con unos tacones y un vestido corto desde las ocho de la tarde hasta las tantas de la madrugada jajaja... XD. Aunque tengo una idea, te recojo a las nueve y media y vamos a cenar por ahí y luego nos vamos a la discoteca, ¿qué te parece?
Arranqué un trozo de papel, lo más disimuladamente posible y me puse a escribir en el mi respuesta.
-Soy capaz de estar desde las ocho hasta las tantas de la madrugada con los tacones puestos pero eso es otra discusión.... A lo de la cena me parece muchísima mejor idea que ir merodeando por las calles de Madrid. Y nada de ir al Burger king que con el vestido iría dando el pego, tendríamos que ir a un sitio con más clase creo yo...
-Vale un sitio con más clase... vamos al Mcdonald que tiene la Q de calidad y eso significa que algo de clase tiene jajajaja. Vale ahora en serio, podríamos ir al restaurante italiano que hay al lado de mi casa, se come muy bien allí y tiene muy buen ambiente por lo menos para mi modo de ver. Además la discoteca está a unos diez minutos de allí y podríamos ir andando.
-'¡Me parece genial! Entonces acuérdate el viernes a las nueve y media tenemos una cita.
Lo que puse al final me parecía de lo más apropiado ya que él y yo solos en una cena en un restaurante italiano quería decir algo ¿no? Tuve unos momentos de duda sobre lo que le había puesto al final de la nota. Entonces sin pensármelo dos veces doblé la nota, me dí la vuelta y se la dejé encima de su mesa. Me quedé mirándole como podía para ver su reacción pero Laura captó mi atención susurrándome en el oído.
-¿De qué estáis hablando tu y Pablo tan animadamente?
-El viernes por la noche tengo una cita con él- hice unas comillas con mis dedos cuando dije la palabra cita.
-¿En serio?- dijo con forma de no podérselo creer.
-Lo que has oído.
Asintió y me señaló la nota que tenía al lado de mi estuche. La cogí rápidamente y la abrí de la forma más silenciosa.
-Muy bien, bueno creo que el profesor va a empezar a preguntar y creo que deberíamos atender si no quieres que nos pillen ¿ok? Hasta que suene el timbre.
-Adiós, quédate tu con la nota por favor. 
Se la pasé y yo me dí la vuelta para intentar atender al profesor. No se como lo había conseguido pero tenía una cita con Pablo. Guau, cada día que pasaba me sorprendía a mi misma. No conseguí atender demasiado ya que la cabeza la tenía llena de pensamientos: la cita del viernes, la visión de Laia... Entonces un golpe de nudillos a la puerta me despertó de mis pensamientos.
-¿Gabriela?- preguntó el conserje.
-So... soy yo, ¿qué ocurre?- tartamudeé.
-Acompáñame y recoge todas tus cosas.
Asentí y cuando terminé de recoger todo aquello me quedé mirando la cara de Pablo, Mario y Laura. Me llevaron a jefatura y por el camino iba pensando en que pasaba como para que me llamaran. Cuando entré me llevé una gran sorpresa. Estaban Rafael, un policía y el jefe de estudios hablando entre ellos con miradas un tanto tristes. Me quedé allí plantada de la sorpresa de ver a Rafael allí.
-Hola Gaby tenemos que comunicarte una trágica noticia- hizo una pausa y me miró fijamente con aquellos ojos negros, se acercó a mi y me puso uno de sus brazos por mis hombros- tus padres han muerto.
Cuando recibí aquella noticia me quedé sin habla y una nube de arrepentimiento inundó mi cabeza. 
-No puede ser debe haber un error mi madre trabaja hasta las dos y media.
-Tu madre a faltado y tu padre también para venir ha hablar conmigo sobre el internado... Me han firmado los papeles para que os incorporéis y eso es una muy buena noticia para las dos, pero al llegarme la noticia de que vuestros padres han muerto me he sumido en lo más hondo de las tristezas eran dos personas encantadoras y muy queridas por mucha gente.
-Ya lo se- le dije con lágrimas en los ojos y corriéndome otras muchas por las mejillas.
Entonces a mis espaldas apareció Laia preguntando que es lo que había pasado y cuando le dijeron aquello también vi que se arrepentía de no haber avisado. Me abracé a ella y las dos nos pusimos a llorar y a descargar toda aquella pena que duraría eternamente. Rafael nos abrazó también, en sus ojos se podía ver la pena que sentía.
-Tranquila chicas ahora yo cuidaré de vosotras ¿vale? no os preocupeís- creo que fue lo que dijo ya que no le entendí bien.
Asentimos las dos y seguimos abrazándonos hasta que sonó el timbre del cambio de clase. Había que ver que  hacía escasamente unos diez minutos era la chica más feliz del mundo y ahora era la más triste y arrepentida. Encima la última vez que vi a mis padres estaba enfadados con ellos y el día anterior habíamos discutido mucho. Seguí llorando y abrazada a mi hermana hasta que aparecieron Mario, Laura, Pablo, Victoria y Sofia en la puerta de jefatura. Al vernos así se quedaron muy sorprendidos y sin palabras hasta que conseguí articular unas pocas palabras.
-Nuestros padres han muerto en un accidente de coche. 
Todos se quedaron silenciosos y Laura vino a abrazarme mientras que Laia se echaba a los brazos de sus amigas y de Mario. Por otra parte Pablo también me abrazó y deseé que nos quedaramos así para siempre ya que él me decía palabras de consuelo al oído mientras me acariciaba el pelo y yo lloraba desconsoladamente.
-Nos tenemos que ir ya Gaby y Laia- dijo Rafael.
Miré a Pablo y a Laura y Laia miró a Vicky, Sofia y Mario. Yo quería que vinieran todos pero creo que no les dejarían ir con nosotros.
-¿Pueden venir ellos?- pregunté señalándolos.
-Yo no puedo tengo examen de recuperación ahora mismo y creo que debería irme ya- dijo Mario.
-Yo también- agregó Victoria.
-Yo tampoco puedo ir tengo, que quedarme para que me digan lo que tengo que hacer en verano en matemáticas al suspender el examen de recuperación- dijo Laura.
-¿Teneís que hacer algo importante vosotros dos?- preguntó el jefe de estudios.
-No- dijeron Pablo y Sofia.
-Hoy os podeís ir pero solo hoy, ¿de acuerdo?- los dos asintieron y todos se fueron corriendo para clase.
-Vamos chicas los esperaremos en la puerta.
-Os tengo que acompañar para haceros unas preguntas pero primero deberéis ir al hospital a reconocer los cuerpos- agregó el policía.
Reconocer los cuerpos... yo no podría hacer aquello, ya tenía una tristeza hondo como ya para verles quietos e inmóviles. Nos fuimos a la puerta principal a esperarles. Laia y yo íbamos llorando y secándonos las lágrimas mientras Rafael tenía la mirada pérdida. Llegaron antes de lo que esperaba y Pablo me dedicó una pequeña sonrisa para que me animara. 
-Vamos a ir en mi coche- dijo Rafael guiándonos hasta un BMW M3 negro con los cristales tintados-subid.
Laia se sentó delante, Sofia al lado de la ventana, Pablo en medio y yo al lado de la otra ventana. El policía se subió a su coche para acompañarnos hasta nuestra casa. Rafael hablaba con Laia y Pablo me pasó un brazo por mis hombros para consolarme un poco, yo me apoyé en él. Lloré durante todo el corto trayecto de viaje,  todavía no me podía creer que mis padres no estuvieran. No me dirían más consejos, ni me castigarían de vez en cuando, tampoco estarían cuando me graduara ni cuando me casara... Resumiendo no estarían nunca más en mi vida, tan solo estarían cuando les recordara. 
-Tenemos que ir primero al hospital, ¿vale chicos?- dijo Laia a Sofia y a Pablo.
-¿Para qué?- preguntaron los dos.
-Hay que reconocer los cuerpos...- dije yo con un sollozo al final y me salieron más lágrimas que antes.
-Eh Gaby tránquila shh...- me dijo Pablo al oído- te acompañaré si quieres.
Asentí y me abracé mucho más a él. Al estar abrazada a Pablo ayudaba un poco a consolarme, pero no quitaba toda mi tristeza. Llegamos al hospital, bajamos del coche y nos dirigimos a la ventanilla de información. Rafael preguntó a la señorita que estaba al otro lado donde estaba el depósito de cuerpos para identificar. Nos lo señaló con la mano y al llegar allí un médico con mascarilla nos esperaba apoyado en la pared.
-Hola, ¿sois Laia y Gabriela García?
-Si somos nosotras.
-Acompañadme pero ustedes dos se tendrán que quedar fuera- señaló a Sofia y a Pablo.
Los dos asintieron y se fueron a sentar a unas sillas que había por allí cerca. Lo que pasó despues no lo voy a contar con pelos y señales. Lo puedo resumir en que aquellos dos cuerpos eran de mis padres y al verlos Laia y yo nos abrazamos a Rafael. Al salir del hospital nos fuimos a mi casa y allí el policía nos estuvo haciendo unas preguntas para después darnos el pésame e irse por donde había venido. Yo me fui a mi habitación, tiré mi mochila al suelo y me tumbé en mi cama para hundir mi rostro en la almohada. Me puse a llorar y a sollozar. Todo lo que había ocurrido lo podía haber evitado pero no pude hacerlo.
-¿Gabriela?- preguntó Pablo al otro lado de la puerta.
-Te va a ser inútil hablar con ella, no va a querer la conozco- dijo Laia.
-Pero déjame intentarlo al menos.
-Entra pero luego no digas que no te avisé.
Pablo abrió la puerta despacio, seguramente para medir mi reacción. Se sentó enfrente mía y acercó sus labios a mi oído.
-Ya se que no querrás hablar con alguien pero habla por lo menos conmigo, ¿vale?-no contesté, en esos momentos no quería hablar con nadie- dime algo tan solo dime como te encuentras.
-Me encuentro muy mal la verdad, ¿cómo quieres que me encuentre?- me arrepentí de decir aquello último, Pablo solo intentaba ser amable conmigo- lo siento por lo que acabo de decir ahora es que me encuentro muy mal y... y...
-Shhh- me puso un dedo en mis labios para que me callara- no pasa nada, ¿vale? Y dentro de poco es hora de comer y me tendré que ir me imagino, sal para que vean que te encuentras bien.
Me senté en mi cama y Pablo se levantó tendiéndome la mano para que me levantara. Le di la mano y nos fuimos al salón para encontrarnos a Laia hablando por el teléfono fijo de mi casa y Rafael con su móvil llamando a alguien. Entonces Laia colgó y se sentó en el sillón.
-Por fin he acabado de llamara todos los que he podido- hizo como si se quitara sudor de la frente y me miró- hola Gaby ya llamé a todos los familiares que he conseguido localizar, mañana es el funeral y vendrán los que puedan.
-Vale, gracias.
-Deberíais de ir preparando las maletas que pasado mañana nos marchamos al internado- nos dijo Rafael.
-Yo ya la tengo preparada, mientras tu estabas hablando por teléfono con los de la funeraria.
-Faltas tu Gaby.
-Ahora voy- dije y me fui a mi habitación a prepararlo todo.
Pablo me siguió y me ayudo a meterlo todo en las maletas y bolsos que tenía por allí desperdigados. De vez en cuando soltaba alguna lágrima y Pablo me intentaba consolar como podía. Estuvimos metiendo las cosas como una media hora y al terminar me senté en mi cama.
-Pff... si que nos ha costado, madre mía todas las cosas que tienes no sabía que tuvieras tantas- dijo Pablo a modo de broma.
Saqué una pequeña sonrisa a la que él me dedico una más grande. 
-Pro fin sonríes- me acarició la mejilla- ya se que no es momento para sonreír ni para ser feliz pero una pequeña sonrisa de vez en cuando no es malo...Además tienen una sonrisa preciosa.
-Gracias- y me ruboricé.
-¿Me dejarías quedarme a comer? Es que tener que ir ahora otra vez al instituto a coger el autobús no me apetece nada y hoy mis padres trabajan todo el día y no creo que les importe mucho que me quede aquí a comer.
-Claro que te puedes quedar a comer, aunque creo que nadie ha preparado todavía la comida... Vamos a ver.
Nos levantamos y fuimos a la cocina y vimos a Laia y a Rafael cocinando algo. Me acerqué más a ellos y pude ver que estaban preparando unos espaguetis a la boloñesa.
-¡Ah! Hola Gaby estamos preparando espaguetis, es que el hijo de Rafael también viene a comer.
-Y Pablo se queda a comer.
-Ok hay de sobra Sofia se acaba de ir a su casa y el tío Andrés y la tía Bea vienen mañana por la mañana al funeral...
-Id poniendo la mesa Gaby y...- dijo Rafael mirando a Pablo.
-Pablo.
-Id poniendo la mesa Gabriela y Pablo- sonrió Rafael.
Pusimos la mesa entre los dos, una tarea en la que recordaba a mis padres. Alguien llamó al timbre del portal.
-Ya voy yo.
-Iba a ir yo Gaby pero ya vete tu.
-Seguro que será mi hijo.
Cogí el aparato con ambas mano y contesté un diga ya tan común.
-Soy el hijo de Rafael- dijo una voz melodiosa al otro lado del teléfono.
-Ahora te abro.
Di al botón para que se abriera la puerta y abrí la puerta de mi casa para no tener que escuchar aquel timbre tan molesto. Al cabo de unos segundos un chico alto, rubio y con los ojos azules apareció en la entrada de mi casa.
-Hola tu debes de ser Gabriela ¿no? Yo soy Aitor.
-Si soy Gabriela, veo que ya sabéis todos quien soy.
-Si, todo el internado sabe quienes sois y esperan, algunos más que otros, vuestra llegada- me dio dos besos y se fue a buscar a su padre- papá ya estoy aquí.
Le acompañé hasta la cocina y allí Rafael le dio un gran abrazo a Aitor.
-Vale papá ya se que te alegras de verme pero no es para tanto- dijo Aitor intentando zafarse del abrazo de su padre.
-¿Cuándo llegaste?- le preguntó Rafael cuando le soltó.
-A las once de la mañana, y si te he traído el traje que me pediste.
-Muy bien, muchas gracias, ¿qué tal te resultó el vuelo?
-Bien- miró a Pablo y después concentró su mirada en su padre- la verdad he tenido viajes mejores ya te contaré.
Laia, que estaba detrás de Rafael, se quedó mirando a Aitor y le dedicó una sonrisa cuando captó su atención.
-Si tu eres Gabriela tu debes de ser su hermana Laia, ¿me equivoco?- le dijo con otra sonrisa.
-No claro que no, como cuesta tanto diferenciarnos- rió y Aitor se unió a sus risas.
Se dieron dos besos y Pablo y yo terminamos de poner la mesa para comer aquellos deliciosos espaguetis. Mientras comíamos me di cuenta de que Laia le dirigía a Aitor la misma mirada que le dirigía a Mario. Laia se había vuelto a enamorar. En fin, no podría decirle nada ya que se lo tomaría mal.
-¿Dónde os vais a quedar a dormir Rafael?- pregunté.
-Pensé en quedarme con vosotras por si acaso ocurre algo- asentí.
-Vale y yo donde me quedo- agregó Aitor.
-Pues aquí con nosotros- dijo Laia- puedes dormir en el sillón.
-Vale si es por una noche no me importará, hablando de sillones... Papá me prometiste un sillón para mi habitación y todavía no le tengo.
-Es verdad en cuanto lleguemos te lo pondré en tu cuarto, ¿está bien?
-Vale.
¡Un sillón en una habitación! Me sorprendí de sobremanera, ¿qué tamaño tendrían esas habitaciones?
-¿Tan grandes son esas habitaciones como para que entré un sillón?- se adelantó mi hermana.
-Yo comparto la habitación con otro chico pero aún así son muy grandes- le explicó Aitor.
-Vaya- digimos Laia y yo.
-Espera un momento, ¿os vais a un internado?- dijo Pablo sorprendido a mi lado.
-Si, nos vamos a un internado por eso estábamos guardando todo- le dije.
-Pero yo pensé que os iríais a la casa de vuestro tío que está por aquí cerca.
-Pero mis padres antes del accidente- se me formó un nudo en la garganta- firmaron los papeles para que fuéramos allí.
-Entonces está será la última tarde que estaréis aquí en Madrid- asentí.
Terminamos de comer y Pablo se despidió de nosotras hasta el día siguiente porque le habían llamado sus padres para que fuera a su casa. Nos sentamos en el sillón y Laia y Aitor hablaban animadamente.
-En serio, ¿hay una playa al lado del internado?
-Si y en la noche de san Juan acamparemos toda la noche allí.
-Este año nada de cambiarse de tienda asignada- dijo Rafael.
-¿Pero por qué? Si no molestamos a nadie... bueno vale ya se por donde vas, hubieron demasiados cambios el año pasado y no solo se escuchó el ruido de risas y de las olas- lo pillé al vuelo.
Me senté a su lado y le toqué su mano para mirarle su pasado. Aparecía él en una tienda de campaña con los oídos tapados con una almohada, pero aún así se escuchaban algunos pequeños gritos. Me empecé a reir de aquella situación.
-¿Qué te pasa?- me preguntó Aitor.
-Soy capaz de ver el pasado de todo lo que me rodea y ahora mismo me estoy riendo de aquella situación- él se unió a mis risas.
-Si resultó un poco cómica, aunque no has visto con quien tuve que dormir- seguí mirando y vi que había una chica de unos trece años en otro colchón mirándole como si estuviera soñando. 
-Vaya con la niña.
-Estuvo toda la noche preguntándome que si quería salir con ella, suerte que no tengo novia que si no me la monta- nos empezamos a reir y a Laia se le iluminó el semblante.
-Oye hijo ahora que estamos solos, ¿qué tal tu viaje?
-En realidad una bandada de pájaros de cruzó en mi camino y algunos acabaron algo chamuscados- se rió.
-¿Es qué eres capaz de volar?- preguntó Laia.
-Cuantas veces te habré dicho que no vueles a alturas tan bajas y sabiendo como está tu cuerpo- le regañó Rafael.
-Si soy capaz de volar y también un mechero humano- chasqueó sus dedos y de ellos salió una llama.
-Guau-dijo Laia.
Entonces sonó el timbre y Aitor dejó de emitir esa pequeña llama de su dedo. Fui al teléfono y era mi tío Héctor que vivía por aquí cerca y vino a mi casa a visitarnos. Después uno por uno vinieron más familiares y amigos y estuve más o menos entretenida casi toda la tarde. Mi hermana siguió hablando con Aitor y pensé que se había olvidado por completo de Mario. Yo creo que era mejor, por que si no tendría que estar todo el santo día recordándolo o llamándolo todos los días. Me alegre por ella, por lo menos tendría a alguien a quien querer y apoyarse en caso de que lo necesitara.


Este es Pablo








Este es Aitor

1 comentario:

  1. ;D me ha encantado el capitulo:( pobrecillas que se quedaron sin padres :( pero he de reconocer que adoro a Aitor , eso si no lo veo con Laia ¬¬ cosas mias XD ;D un besazo y espero el proximo ansiosa

    ResponderEliminar